La Memoria como Resistencia: El Legado de La Fractura del Siglo
Durante una década, La Fractura del Siglo, ciclo de cine sobre Holocausto y contemporaneidad, se destacó en Ecuador como un espacio único donde el cine y el arte convergieron para preservar la memoria histórica, promover la reflexión ética y fortalecer la resistencia cultural. Concebido en 2016 por la artista visual Sara Roitman, este proyecto independiente nació en colaboración con el cine Ocho y Medio y rápidamente se consolidó como un referente que conecta el pasado con el presente, demostrando cómo el cine y el arte pueden actuar como catalizadores de cambio social y cultural.
El éxito de La Fractura del Siglo fue posible gracias a la entrega y compromiso de Sara Roitman, quien lideró el proyecto ad honorem durante una década. Su esfuerzo contó con el respaldo de Mariana Andrade, directora de Ocho y Medio y productora de este ciclo de cine, y de Rafael Barriga, curador cinematográfico, quienes aportaron su experiencia para enriquecer esta valiosa iniciativa. Fundamental para su realización fue también el apoyo de una comunidad de colaboradores, donantes y auspiciantes que, sensibilizados por la misión del proyecto, contribuyeron a convertirlo en una realidad. La Fractura del Siglo demostró cómo la combinación de arte, autogestión y compromiso colectivo puede generar un impacto profundo, invitando a la sociedad a reflexionar y a transformar su perspectiva.
La Fractura del Siglo deja un legado imborrable. Se estableció como un ejemplo de resistencia ética, un puente entre generaciones y una fuente de inspiración para futuras iniciativas culturales. Este proyecto nos recuerda que la memoria no es solo un deber histórico, sino una herramienta poderosa para imaginar y construir un futuro más humano, reconciliado y esperanzador.
Más allá del cine, La Fractura del Siglo se convirtió en un espacio vibrante para el arte en todas sus formas. Conciertos de música klezmer, exposiciones artísticas y conversatorios ofrecieron nuevas perspectivas sobre la memoria y la empatía. Estas actividades no solo enriquecieron el alcance del festival, sino que también mostraron cómo el arte, en su multiplicidad de expresiones, puede desafiar la indiferencia y fomentar una conciencia colectiva más justa y empática.
El cierre de La Fractura del Siglo marca el final de una década de reflexión, memoria y transformación, pero su legado sigue vivo. Este ciclo no solo iluminó los rincones más oscuros de nuestra historia, sino que nos recordó que el arte, en todas sus formas, es una herramienta poderosa para resistir la indiferencia y construir un futuro más humano.
Aunque este proyecto culmina, el mensaje que deja trasciende sus propias fronteras: la memoria es un acto de resistencia, y cada esfuerzo para preservarla es un paso hacia la reconciliación y la justicia. Ahora, la antorcha pasa a las nuevas generaciones, a quienes se les invita a seguir construyendo espacios que conecten el pasado con el presente, que promuevan el entendimiento y que mantengan viva la esperanza de un mañana mejor.
Como escribió Primo Levi: “Es necesario que esto se recuerde, que se sepa lo que ocurrió, porque lo que pasó puede volver a suceder.” Estas palabras resuenan hoy más que nunca, recordándonos que el cine puede apagar sus luces, pero la memoria nunca debe hacerlo.
Todas las películas serán de acceso libre.
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