Por Wilma Granda
Querido Pocho y Querido  Karl
Deseo se encuentren en uso de todas  sus alegrías. Pues,  asisten junto a nosotros,  público invitado, a una cierta manera de cocinar un milagro y  compartirlo  a pedir de boca. Tal y como les habrá sucedido a ustedes al filmar y les habrá ocurrido a  los filmados.  Entre 1970 y 2018, el  plazo se ha cumplido como un milagro. El  documental “Gartelman La Memoria” cuyo preestreno se realizará el 6 de noviembre 2018  en el Cine 8 y Medio, ha  sido largamente trabajado como un compendio de amor y de respeto. Un  milagro  que no  sólo  descubre filmaciones  sobre seres desconocidos y  remotos sino también  trasluce una confabulación de generosidad y  tiempo  para construir el  empeño común de la memoria.  Cuánto de desentendimiento pero de amplia empatía habrá sido intercambiado  desde aquellas iniciales imágenes de los  indígenas asombrados por el ruido del helicóptero en el que Karl habría llegado. Evento que Gartelman lo recuerda más o menos así:      “… Ellos nos hablaban todo el tiempo,  creyendo  que nosotros les entendíamos. Y nosotros,  también  en alemán o español, deseando  que nos entendieran.  Posteriormente,   nos hablábamos solo  en señas…. “
Cuántas  estrategias de solidaridad  habrán  desplegado esos  corazones desnudos,  los unos y  los otros. Porque como dice Yupanki, el hombre es la tierra que anda. El que comparte  los cuándo, los cómo y los dónde,  sin importar el espanto de mirarnos por primera vez y,  pese a ello, desear conocernos.
Ahora que miremos el documental  de Pocho Alvarez,  piensen que  se cumplirán  48 años desde que  Gartelman filmó en la Amazonía y  otros sitios del país.   Que se concretarán  29 años desde que  Gartelman entregó a Cinemateca Nacional del Ecuador los primeros  22 rollos de 16mm.  Y 6 casetes de Audio.  Donación de 800 metros de película Ektachrome Commercial con títulos valiosos e inéditos. Y, que se cumplirán  5 años desde cuando  Pocho Álvarez se involucró  en sacar a luz un documental que permite, algo inédito. Es decir,  que  la voz  viva de Garterlman,  nos acerque a un ayer  ya lejano y  que,   sin embargo, nos siga nutriendo   de selva y de seres a los cuales hemos conocido muy poco.  Álvarez nos lo vuelve presente. Y lo dice Martin Scorcesse : ” …  lo notable del cine, es que siempre será el  presente, el ahora …” confirmando que las películas no son antiguas, solo que nos las hemos visto todavía. Y para ello se implicó   Pocho Álvarez  para que miremos  en presente, lo filmado en 1970, sobre una Amazonía y unos seres que no existen más.
En   julio de 2013  Álvarez propuso a Cinemateca Nacional,  la editorializarían de estas filmaciones y realizar un  homenaje a Gartelman.  En  noviembre de 2015, empezó  la realización del documental y  al mismo tiempo  Karl y Pocho  entregaron  a Cinemateca, una segunda remesa de películas con sus  respectivos audios.  Pocho y Karl, desde siempre,   quedaron  registrados, en las innumerables bitácoras  de la Cinemateca, como habitantes de la sección “Almas libres”.   Como esos  empecinados viajeros  que comparten  el pasado en el  presente, en   un viaje sin retorno a los orígenes del mundo, a una exploración al inicio de la humanidad  que es la selva,  a esos  seres que la habitan,  a   sus mitos y   narraciones.
Mirar  este documental memorioso nos alerta sobre  cómo, a partir del documental,  se podrá volver a los filmados e imaginar juntos lo que deberá  potenciarse.  Lo que aún debamos interrogarnos para complejizar  las miradas. Filmar  nuevamente con los que queden de la selva  para un proceso de encuentro y redefiniciones identitarias.
Pocho Alvarez y Karl Gartelman, a través de este documental y por todos sus trabajos anteriores,  inciden de manera importante en la memoria colectiva de la Amazonía y de este país. Aportan lo que la  pensadora argentina Beatriz Sarlo  ha planteado sobre la memoria:  “la cualidad que recupera  huellas visibles  de acontecimientos borrados por violencia o silenciamiento radical…” .  Y este  es el caso y esta la oportunidad, con este documental,  de  trastocar esa noción de silencio o invisibilidad para la selva y los  seres de la Amazonía. Pues miraremos  un tesoro que encierra otros tesoros. Un  Documental con imágenes de archivo y la voz afortunada y viva  del autor de las filmaciones originales.  Gartelman las registró en el Norte del Oriente ecuatoriano, a lo largo del rio Aguarico, con los Secoyas, Cofanes y Sionas. En el centro oriente,   en el Cononaco,  con los Huao. En el sur oriente, por el Rio Bonobonaza  hasta el Pastaza casi en la frontera con el Perú, con los Shuara y Ashuara.
Cinemateca Nacional del Ecuador  del Ecuador fue  la  encargada de conservar las películas originales  en la bóveda climatizada.  Pocho Álvarez y Juan Diego Pérez han realizado este nuevo documental dando cuenta de la curiosidad ilimitada de Gartelman, aún ahora, luego de casi 50 años de haber filmado.  Las experiencias vividas por él,   nunca se repetirán. Y, sin embargo,   Álvarez nos las vuelve  presentes para solazarnos y para  reflexionar  junto a Gartelman, acerca de temas o planteamientos  que  se sugieren  en   la memoria –vida  que hay  que pelearla como el pan de cada día. Contra todo lo que falta y es mucho. Contra   las cicatrices de películas y  las otras cicatrices pero que no disminuyen, al contrario,  engrandecen el gesto  heroico de Gartelman y   de Alvarez  para un  similar empeño de recuperar  la memoria de la selva antes del petróleo y  cuestionar las desproporciones de ese supuesto desarrollo.
Gartelman será,  como dice Álvarez,  el  último explorador fílmico de ese viaje sin retorno a una selva antiquísima cuya inmensa tranquilidad , de cien millones de años, se ha   interrumpido por el traqueteo  de máquinas. Pero Álvarez también,  con toda su trayectoria a favor de las causas de la naturaleza y de los hombres, se convierte también  en el arqueólogo de la memoria filmada. Esperemos  no sea  el último.  Varios cineastas se han acercado al material de Gartelman pero solo para adicionar fragmentos a  su nueva producción.  Pocos como Alvarez han  asumido los mil oficios que corresponderían a un equipo interdisciplinario de la documentación Fílmica y de su preservación. Y el lo ha hecho. Pocho Álvarez ha debido mirar todas las películas de Gartelman, catalogarlas y transcribirlas a formatos actuales así como potenciar la calidad de la imagen mediante  el film scanner de la cinemateca , conjugándose al  trabajo de los compañeros Chinchin, Cadena y Regato quienes le han asistido en esta descomunal tarea. Pocho   se ha tomado el trabajo de cuadrar las imágenes con  la voz de Gartelman y con los audios originales.   Es un trabajo enorme que no tendremos con qué pagarle. Nadie en los 30 y más años de cinemateca se ha acercado al material de Archivo para un trabajo tan minucioso y esforzado. Documental homenaje que además se convierte en un monumento de memoria acerca de unas  etnias que ya no existen.
Lo único que no le ha costado esfuerzo a Pocho, es disponer del cariño antiguo de los empleados de Cinemateca,  y el cariño y confianza nuevos  de Karl Gartelman y su familia. De los  amigos de Karl.  Pues este documental ha sido un proceso compartido por él,  entre mucha gente y  en cada etapa. Por eso pudo concluir con tanto éxito y solo Pocho y Karl podrán contarnos sus propios avatares y alegrías con la realización.
Para terminar, yo solo quiero decir que en Diciembre de  1989, conocí a un señor Gartelman, caballero  alto y amable   que lucía un  terno azul brillante. Todavía era  gerente de Galerías Salinas cuando cruzábamos el parque de El Ejido para presentarnos como trabajadores del Archivo de Cinemateca. Luego  el volvió y   atravesó nuestra  oficina con  muchos  rollos de película y  de audio.  Ansiosa yo  de los  puntos suspensivos y de la  incertidumbre,  me lo tomé a cargo. Es decir,  conversé con él, mire sus películas junto a Bolívar Regalado y posteriormente junto  Hernán Chinchin y  compartímos la pena de que su material permanecía hibernando  en la bóveda climatizada.  Pero hoy, 30 años después,  tenemos la alegría de saber que se ha  logrado sacar del olvido a ese valioso material. Eso nos vuelve felices.   Gracias Pocho Álvarez por tu aporte y ejemplo de cómo   manejar el  patrimonio  del cine ecuatoriano. Y gracias Karl Gartelman porque usted  sigue siendo el hombre alto y amable solo que ahora lo siento muchísimo más feliz.
Hoy para mí, se ratifica ese grafiti callejero  y sé   que los instantes se convierten en milagro, se suceden y  se continúan en  el corazón, multiplicados  como memoria.  Además, se muevan como la vida.  Y,  eso en cualquier parte del mundo  se llama cine. Cine  como documentación construida por Karl Gartelman entre 1970-1975.  Cine como documentación y poesía lograda por Pocho  Álvarez entre 2015 y 2018.  Y  cine -documentación que hay que seguir cuidando como tesoro en  Cinemateca Nacional del Ecuador. Aquí quiero agradecer la gestión de  Raúl Pérez Torres, entonces Presidente de la CCE, quien apoyo el inicio decisivo  de este proyecto.
Muchas gracias por invitarme a compartir su alegría que es la mía. Pocho, Karl y Juan Diego. Cruzada de gratitud es lo que ustedes merecen. He visto el documental y me he sentido plena de sentidos,  aparte de feliz por un milagro realizado. Saber útil y posible para muchos, un trabajo de tantos y de  tanto tiempo, es algo inusual en este país, y eso hay que celebrarlo porque ha  sucedido.  Gracias otra vez,  Pocho ,  Juan Diego  y gracias siempre señor Gartelman, hombre alto y amable.  Parece recién el año 70  o el  89.  Pero no, es  otra vez el  cine y el texto del grafiti como acierto: El  plazo del  amor es un instante y hay que alargarlo como un milagro.
Gracias
Wilma Granda Noboa

 

Ver información del documental

Gartelmann la memoria

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