Por Eva Zelig
An Unknown Country es un documento visual histórico sobre la migración judía al Ecuador durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Es también un testimonio de las peripecias que implicó su adaptación a estas tierras indómitas que les propuso la agricultura como ocupación en un primer momento y de sus aportes en los campos científico, empresarial y cultural. Eva Zelig nos cuenta de primera mano como fue hecha esta película. 
La idea de producir el documental Un país desconocido surgió a raíz de la noticia de la reunión de un grupo de descendientes de refugiados judíos europeos que escaparon del terror nazi y encontraron refugio en Ecuador. Ralph Grunewald, hijo de refugiados alemanes, nacido en Ecuador, organizó la reunión. El ya había creado un sitio web titulado “Jews of Ecuador” dedicado a compartir relatos/fotos/memorias de la vida en el exilio. La mayoría de los participantes de la reunión viven hoy en día en otros países.
Yo también soy hija de refugiados que emigraron al Ecuador y vivo en Nueva York. Mis padres y algunos parientes escaparon de Checoslovaquia, pero muchos miembros de la familia perecieron en el Holocausto. Así que cuando leí la noticia de la reunion, me interesó la idea y comencé a leer esos relatos. Me dí cuenta que casi no sabía de esa comunidad, ya que participé muy poco en sus actividades. Creo que se debe a que mis padres trabajaban mucho para sobrevivir y no tenían tiempo para la vida social. Mis amistades de niñez y adolescencia, hasta los 17 años que mi familia decidió irse, eran ecuatorianos pero no de origen judío. La mayoría eran compañeras del colegio Dolores Sucre y miembros, como yo, de la compañía de ballet de la Casa de la Cultura de Guayaquil. 
Leyendo los relatos sobre los exiliados comprendí que ese grupo de refugiados era muy variado y tenía historias singulares y, como soy productora de televisión, tuve la idea de crear el documental. Conocía de la existencia de películas acerca de refugiados que llegaron a otros países, pero ninguna acerca del Ecuador. Este país era en cierto modo desconocido por los europeos en los años 30 y 40. Pocos prestaban atención a Latinoamérica en ese entonces, hasta que se vieron en peligro y en su búsqueda de visas de escape acabaron acudiendo a los consulados de Ecuador. Mi idea no fue solo  contar su historia, sino también contar cómo era Ecuador en esa época.
Una vez que decidí filmar la reunión, convencí a un colega camarógrafo que me acompañara en el viaje. Así comenzó una obra que me tomó cinco años, trabajando por mi cuenta, solo con la colaboración de camarógrafos y de un editor. Además tenía que levantar los fondos para esta producción mientras continuaba ganándome la vida con mi profesión como productora de televisión.
Regresé para completar la filmación en varios lugares del país. Hice nuevas, bellas amistades y me asaltó la pregunta de por qué tenía ese afán de salir del país cuando era adolescente. En parte fue para continuar con mi deseo de convertirme en bailarina profesional de ballet. También por el deseo de ver el mundo y porque, a pesar de ser ecuatoriana, no sentía que lo era totalmente. 
Cuando entrevisté a varios hijos de refugiados me sorprendió escuchar lo mismo que yo decía de mi misma: «somos ciudadanos del mundo”. Yo creía que esta era mi forma de sentir porque me llamaban ‘gringa’, no me esperaba que otros tuvieran el mismo sentimiento de ser desplazados o en cierto sentido, exiliados. Hasta hoy no siento ser ecuatoriana, pero tampoco europea, ni norteamericana. Continúo siendo ciudadana del mundo. 
Ecuador no estaba acostumbrado a recibir tantos migrantes en ese entonces. Los refugiados eramos objetos de curiosidad y no era fácil asimilarse como en Estados Unidos. Nos sentíamos diferentes. Crecimos con ese sentido de ser exiliados. Pero todos agradecemos a este pequeño y bello país que a pesar de no tener muchos recursos en esa época acogió con gran generosidad a los refugiados.
Después de muchos años de ausencia admiré nuevamente la gran belleza del país, su diversidad, y cuan acogedores son los ecuatorianos. Pero también me di cuenta que Ecuador ya no es el país de nuestra juventud. Es algo que está dicho en la película: para los que asistimos a la reunión, el Ecuador de hoy en día se convirtió, también, en cierto modo en «un país desconocido».

 

 

Fotogramas de la película An Unknown Country, que narra la llegada de los judíos al Ecuador entre 1933 y 1938. Este filme fue nominado para el premio Emmy de televisión el 2018.

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