Por Mariana Andrade
Cuenta Ana Cristina Franco Varea (escritora, madre de Lucas y graduada del Incine) que allá por el 2005, corría por las calles de La Floresta a ver el periódico del Ochoymedio. Cada fin de mes, alguien gritaba emocionado “¡Ya salió el periódico!”  y ella corría a recoger uno, como cuando se corre a comprar un pan recién salido del horno. Ana Cristina era estudiante de cine entonces. Para ella, en el periódico del Ochoymedio, pudo conocer a quienes serían luego sus maestros de cabecera: Bergman, Fellini, Bertollucci. 
En ese tiempo, en Ochoymedio proyectábamos en las pantallas de nuestras salas de cine lo que se escribía en el periódico o viceversa. Mientras el cine ecuatoriano caminaba, a pasos grandes unas veces y otras a más chiquitos, y mientras varios festivales se consolidaban, el “periódico del Ocho” narraba su historia, publicaba las críticas, las reseñas, las fotos de las películas que se hacían. Generaba los debates necesarios que nos permitían vernos, saber en qué parte del camino estábamos. El “periódico del Ocho” movía la opinión pública en los temas que se publicaban. 
Pero allá por el 2012, el periódico llegó a su último número. Ese año no solo habíamos perdido el apoyo de auspiciantes que permitían su impresión y distribución gratuita (eso de escribir de temas incómodos en ese tiempo, nos había pasado factura), sino que había que aceptar que los tiempos habían cambiado. Los periódicos impresos poco a poco iban desapareciendo para transformarse en plataformas digitales en el mundo. Debíamos aceptarlo, habíamos topado fondo. Una gran tristeza nos invadió a todos.
Sin embargo, la plataforma digital nunca fue lo mismo. El “periódico del Ocho” fue una pieza informativa que caló hondo en nuestros espectadores y para todo aquel que venía, mes a mes, a recogerlo de la puerta de nuestro cine. Lo extrañaban, lo extrañábamos. Somos muchos los que no hemos renunciado a leer en papel periódico,  ese soporte de siglos que albergó la narrativa de la historia,  esa que podemos tocar, sentir, oler en cada periódico que encontramos en las esquinas de nuestras calles. 
Ahora, varios años después, a finales del 2018, se abre nuevamente la posibilidad de reeditarlo, esta vez cada dos meses, de la mano de una gran institución educativa, la UDLA, que apuesta por entregar a sus alumnos, y a la ciudad,  la posibilidad de incentivar y continuar con el oficio de escribir, de leer imágenes, de interpretarlas, interpelarlas, o simplemente describirlas. La diferencia es que ahora nuestro equipo de articulistas, esos de la generación análoga fogueados en la escritura y la crítica cinematográfica, tendrán que trabajar en conjunto con estudiantes, los de la generación 2.0, que están ahora en la Facultad de Comunicación, como un ejercicio de aprendizaje mutuo invalorable. Que estudiantes se sumen al equipo editorial resulta interesante, incluso desde el punto de vista de la cinefilia. Recordemos que los grandes movimientos como el Mayo del 68 han empezado con estudiantes. No es coincidencia que con ellos vuelva la cinefilia y la edición impresa. Por supuesto, nuestros antiguos colaboradores también tendrán su lugar. Y el resultado será una mixtura entre dos generaciones que tendrán el privilegio de aprender la una de la otra, de compartir películas, historias, ejercicios narrativos, información del mundo a través del cine, y serán parte de ese grupo de resistencia, del que lee y escribe todavía. 
La cosa funcionará más o menos así: los de la generación análoga, (incluida Ana Cristina) nos haremos cargo del editorial, de los ensayos, de artículos sobre películas en cartelera, críticas y programación. Los de la generación 2.0 se harán cargo de las entrevistas, los reportajes,  las crónicas, harán las propias sinopsis de las películas —maravilloso ejercicio de escritura corta— y otros aportes que sean necesarios. Ambos grupos deberán constituirse en comité editorial, deberán ver las películas, y establecerán juntos el contenido que se publicará  en cada edición. Esta nueva época del periódico se avecina intensa para todos.
Necesitamos que el periódico del Ochoymedio perviva con el tiempo y que esta nueva generación de articulistas, lo haga suyo. Es una oportunidad única la que tenemos todos ahora con esta nueva reedición, porque como dice la otra vez citada Ana Cristina, “no basta el cine, necesitamos la cinefilia, ese amor, obsesión, deseo, por desmenuzar el cine, su materia, su universo, sus imágenes, y así  intentar entenderlo (o entendernos) mejor”.
El lanzamiento del periódico será el miércoles 28 de noviembre a las 20:00 junto con la proyección de Todos nos llamamos Alí

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