Por Felipe Camacho González
Skin (Piel), del director de origen israelita, Guy Nattiv, es el cortometraje ganador de un premio Oscar este año y nos propone reflexionar sobre la violencia en una película cargada de acción y tensión.
En este corto se evidencia la intención del director de retratar la violencia existente en la sociedad desde el punto de vista de los niños, poniendo, una vez más, sobre la mesa de los Oscar, los problemas del racismo en Estados Unidos.
Antes de ver Skin, el 30 de agosto del 2019, el presidente electo de los Estados Unidos respondía a las acusaciones de racismo en su contra declarando: “Soy la persona menos racista que hay en cualquier parte del mundo”. Sin duda, un punto clave de la película es el extremismo supremacista. El cortometraje aborda este tema sin miedo y tematiza la violencia entre grupos étnicos, muchas veces invisibilizada en los llamados “países desarrollados”. Aunque me incomoda un poco la repetición del estereotipo de hombre violento representado en un tipo lleno de tatuajes, rudo, rockero y malo (Johnny Tucker), la construcción e interpretación de los personajes, junto a la puesta en escena es orgánica y verosímil. Ahora, después de ver Skin me pregunto, ¿cuánto se parece Donald Trump a Johnny? Las declaraciones de Trump, llenas de prepotencia, burla e indiferencia, ¿no son el reflejo de nuestra sociedad?
La película utiliza ciertos elementos cercanos al documental, como la cámara en mano y el tipo de iluminación, envolviendo al espectador en un ambiente cotidiano y realista. Sin embargo, este estilo contrasta con los acontecimientos violentos de la segunda mitad del filme que me resultan un tanto sensacionalistas.
El punto más alto de este cortometraje es la increíble y auténtica actuación de Jackson Robert Scott, quien interpreta a Troy, un niño de no más de 8 años.
Jackson Robert, pese a ser uno de los más jóvenes del elenco, luce como un actor experimentado y esto se ve reflejado en un trabajo a la altura de cualquier actor reconocido
Los personajes viven una montaña rusa de emociones a lo largo de su día. Desde las primeras escenas, Guy Nattiv retrata a personas en busca de estímulos y sensaciones fuertes.
Los niños en la película juegan un rol importante en la construcción de la reflexión sobre la violencia.
Los niños presencian y participan en hechos peligrosos y violentos sin haberlo decidido. Sus personajes están envueltos en un mundo que les provoca miedo pero están completamente sumergidos en el mismo. Después de ver Skin, me quedé pensando: ¿no estamos todos envueltos en un mundo lleno de violencia del cual no tenemos control? ¿En qué nos parecemos a Troy?, es solo un pensamiento vago, pero se queda resonando después de esos 20 minutos de película.

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