Por Orisel Castro
Hace años me dijeron: “tienes que ver Pulp Fiction” y era como una escena de Tarantino, con la poesía entre líneas, la violencia y la fatalidad latente. Yo tenía apenas 18 y sentía por primera vez esa resaca del desamor cuando entré a la sala de un cine de barrio. Experimenté una emoción nueva, de reconocer algo que nunca había visto, identificarme con situaciones a millas de distancia y descubrir una música que me susurraba al oído como un personaje más. Era no entender y al mismo tiempo sentir una complicidad que parecía precederme. Más tarde supe que todas aquellas imágenes estridentes, giros inesperados, rostros memorables y letras gigantes en la pantalla, hacían alusión a otras películas y a otras épocas. Pero lo que se me quedó grabado fue el vínculo con una canción que marcaba el pulso de una escena. Girl, You’ll Be a Woman Soon, me hablaba directamente y se convertía así en uno de los puntos de giro de mi propia vida.
Cuando estudiaba cine, Tarantino era uno de los imprescindibles por la lúdica provocación y la subversión de las convenciones. Me abrió los ojos a un universo de narraciones episódicas complejas, personajes tipo con intenciones opacas y conversaciones cotidianas con la seducción que heredaba del noir. Visitaba sus películas anteriores e intentaba dilucidar el lenguaje tarantinesco cuando apareció Kill Bill. Más allá de lo divertido y original de su pastiche con influencias del western, del cine asiático, del anime y de su espectacular chorro de sangre sobre amarillo, había algo que me tocaba de sus personajes: lo ridículo. Con Nancy Sinatra: Bang bang.
Unos personajes que parecen tan duros como héroes de viejas películas de culto e imágenes de comerciales convertidas en objetos artísticos, terminaban por confesar una humanidad como la de los del Nuevo Hollywood de fines de los 60, alienados, venidos a menos y existenciales. Ahora que sé qué me mueve, anuncian el cuento meta-cinematográfico del autor, en el nacimiento de ese nuevo Hollywood, pero con los actores que también fueron los íconos Pop para mi generación. Solo me queda entregarme una vez más al cine de Tarantino y dejar que me hable secretamente a mí con otro hit que me transporte a otro mundo y tiempo, como si lo estuviera reviviendo. Érase una vez en Hollywood, estoy lista para enamorarme de nuevo del maestro.

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