Por la señorita Kenton, la nueva ama de llaves*
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A mis 60, se me ha dado por llevar mis huesos a islas remotas. Desde hace unos días visito una isla en el Pacífico Sur cuyo nombre Konatala, significa “esperanza”. 
Aquí el sol cae perpendicular y el campo de lava es bañado por olas salvajes que estallan en espuma.
A la vista, en esta isla desolada, no hay ningún Superhéroe. Sin embargo, vivir en medio de este palmeral, con aborígenes sin salud ni educación, es un suplicio cuando sube la temperatura.
A menudo, los territorios tropicales o los ecuatoriales, suelen sufrir fiebre y delirios patéticos.
Mariana, mi amiga que dirige el cine de La Floresta, me cuenta que Ecuador sufre un aluvión de Superhéroes, ad portas de una nueva campaña presidencial. 
Personajillos (así en diminutivo) que osan vender soluciones para un país donde la inocencia y la ignorancia suman un voto. 
Al parecer la ecuación en tiempos de héroes y las espurias redes sociales es: «Fuerza bruta versus educación. Fuerza bruta versus salud. Fuerza bruta versus industria y empleo». 
La fuerza bruta parece ser un reino donde las redes sociales cumplen un papel de lacayos y un caldo de cultivo para que superhéroes/villanos criollos nos mientan con pistola en mano.
Cuando Superman pierde sus poderes y se sienta a llorar en calzoncillos, veo una metáfora de cómo la fuerza bruta también sufre de disfunción eréctil.
La ignorancia mata tanto más que la violencia. Y la fuerza bruta elimina algo esencial para nuestra convivencia: la lucidez.
Demos pues la bienvenida a la muestra «Superhéroes en calzoncillos», otro aporte más de Ochoymedio a la cultura visual y ciudadana.
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Mientras remo sobre el agua y las olas me acompañan, extraño ir a la Floresta y tomar un café con Mariana quien me pregunta desde Quito, ¿Miss Kenton, gusta usted de los superhéroes? Y me cuenta que Ochoymedio presentará la muestra «Superhéroes en calzoncillos», este mes de junio, con películas como ‘Spiderman across the spider verse’, ‘Batman’, ‘El Gato con botas: el último deseo’,’, ‘Los tres mosqueteros D´artagnan’ y ‘El Capitán escudo’.
Cada una de las películas escogidas por Mariana y su equipo de jóvenes estudiantes de cine, nos invita a enredarnos en mundos insolubles, donde los conflictos humanos son bombas de tiempo. 
Odio se paga con odio. Y tanto los héroes como los villanos son seres despojados de moral, pero cargados con altas dosis de venganza.
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La muestra heroica que propone Ochoymedio llega en un momento perfecto donde el ciudadano y el mundo piensan que la ecuación perfecta para sanar nuestra estupidez es la fuerza, la fuerza de la mentira.
Entonces estos patanes/villanos nos ponen a repetir:
Para sanar la falta de alimentos y trabajo, un hombre con músculos y traumas interiores.
Para sanar la falta de justicia, puñetes y patadas.
Para paliar la infelicidad, las palmaditas y gestos de aprobación de los países tenedores de deuda.
Nacidos por allá en 1920, los superhéroes tienen como sus abuelos a los dioses griegos que movían los hilos de los débiles humanos.
Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo, Artemisa y desde luego el gran Zeus, el más poderoso, rey del cielo y rey del Olimpo, su temperamento afectaba el clima.
Mientras sigo remando sobre un pequeño bote, de vuelta a mi pequeño bungalow, en una isla apartada de cualquier candidato de la estupidez, tengo claro que mi dignidad y mi autoestima no dependen de fuerzas sobrenaturales, ni de dioses ni de superhéroes. 
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‘Batman’ pasa de huérfano a un depresivo y gótico ser que trata de curar su dolor a patadas. Quizá, siempre lo he creído, el Joker
 Superman, de quien se cree que es el primer superhéroe, es esa virilidad que no es del todo dura, sino una carcasa que se desmorona ante el amor.
La joven reportera Luisa Lane pone al borde de disfunción al ‘hombre de acero’.
¿A luchar por la justicia o por el amor? He ahí el dilema de este señor con calzoncillos y capa.
Una vez en mi bungalow, de cara a un viejo ventilador que apenas refresca, encuentro un dato relevante en una revista Cosmopolitan de los años setenta: “el primer superhéroe de la historia de los cómics sería The Phantom (El Hombre Enmascarado), nacido el 17 de febrero de 1936, dos años antes que el Hombre de Acero (1938)”.
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Y en la muestra imperdible de Ochoymedio llega el ‘Gato con botas’, ese oscuro y despiadado ser que, gracias a una mirada tierna y seductora, impone el reino de su voluntad.
Las aventuras de este felino, aderezada con la picaresca española y unas dosis de Alejandro Dumas, nos evocan lo importante de la lealtad.
Aquí un héroe que no ostenta más poder que su deseo de aventuras.
Me dice Mariana, en una carta que llega a través del último barco que ha atracado en el muelle, que los ‘Florestianos’, los habitués del Ochoymedio, aman a este gato, ratificando aún que Ecuador (me permito esta generalización) en el fondo son habitantes cándidos, que duermen entre volcanes, que eligen siempre mal en las elecciones a presidente, y que aman a los gatos.  
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Ver a estos superhéroes en sus calzoncillos en una sala de cine es igual que ver a todos esos candidatos a presidente de Ecuador en estos momentos. Seres que se creen con super poderes, que supuestamente vencerán al villano, que nos rescataran de la tragedia, que nos devolverán la dignidad, pero que solo muestran, hasta el día de hoy, una virilidad devaluada, una prepotencia que insulta nuestra inteligencia. Batman jamás ha vencido al Guasón, pues combatir la violencia con la violencia, solo deriva en carcajadas y caos.
*La señorita Kenton es una sencilla ama de llaves, muy responsable y trabajadora, que brindó sus buenos oficios en la mansión Darlington, en Inglaterra, hasta cuando cumplió 50 años. Ahora reside en la ciudad de Nueva York y conoció de cerca el barrio La Floresta de Quito, en un invierno muy lejano y un paseo muy breve. Ochoymedio da la bienvenida a su pluma y augura que sus columnas no sean esporádicas y que nos deleite con su buen gusto.

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