Por Mariana Andrade
“¿Se hacen películas en Ecuador?…nunca he visto cine ecuatoriano», me dice al finalizar la noche una importante distribuidora francesa cuya compañía tiene mas de 25 años en el mercado de distribución de cine latinoamericano. ¡Por supuesto! me apresuro a contestarle. Le hablo de los cineastas más conocidos….frunce el ceño y dice, “no conozco a ninguno”, “¿donde están sus películas?, ¿donde las encuentro?, ¿cuántos estrenos tienen en Ecuador al año? “….Saco de mi bolso una copia de Más allá del mall, el documental de Miguel Alvear y le digo “pues en este documental nos preguntamos lo mismo, míralo y después hablamos”. Pienso que es sintomático lo que me dice la distribuidora francesa. No estamos todavía en el mapa de la distribución internacional. Los logros individuales no consolidan todavía un mercado para nuestro cine. La noche termina con la típica sensación de extrañeza y de incomodidad que me invade cuando todos los participantes parecen conocerse, se divierten, se ríen a carcajadas y yo estoy exactamente en el otro lado de la sala. Alcanzo a oír que hablan de producción, distribución, de lo que les falta, de lo que quisieran, de lo que les sobra, siempre con una copa en la mano.
Hoy los ‘pitch’ fueron diferentes. Fue el turno de Rodrigo Moreno, el director de la película “El Custodio” (Argentina, 2006), ganadora de la Berlinale en esos años. Su nuevo proyecto, “Reimon” (anglicismo de Ramona), trata sobre esos personajes silenciosos que vimos en “El Custodio”: el guardaespalda y la mucama y la vida que llevan en el Buenos Aires de hoy. Habrá que ver si Moreno consigue nuevamente lo que Julio Chávez consiguió en su anterior película: la invisibilidad más potente que he visto en el cine argentino.
Después le toca el turno a Raya Martin, el director filipino de quien pasamos una muestra amplia en el Festival Cero Latitud de hace un par de años. Pocos entendieron su propuesta. No tiene que hacer mucho para llamar la atención del jurado. Martin y su productora despliegan en la pantalla su extensa filmografía de los últimos 10 años -con dos películas seleccionadas en Cannes (Independencia y Manila, en 2009)-, y cuentan sobre su próximo proyecto llamado Nueva España. Es una historia extrañísima de un rebelde filipino que decide abandonar las montañas a donde ha huido de la represión y vuelve a su casa en busca de su familia. Cuando le pregunto porqué quiere filmar en México, MArtin me dice que uno de los antepasados del personaje principal, en el año 1500 y tantos, se teletransportó a México… con esa explicación, cualquiera entiende. Si Raya Martin y Rodrigo Moreno están en el RivieraLAB aplicando a fondos de co-producción, es porque la cosa esta jodida en el mundo de la economía del cine.
Luego asisto a las proyecciones de los ‘work in progress’, trabajos en la última fase de producción que necesitan solo el empujón final. Veo el corte final de una película guatemalteca, llamada Hasta el sol tiene manchas. La historia presenta a Pepe Moco, un personaje que hace campaña por un candidato presidencial que llega a la segunda vuelta, solo porque dice que Guatemala sí llegara al mundial de futbol (la película nos dicen, está basada en hechos reales). Mezcla de cine experimental, de contenidos políticos, material de archivo, personajes dibujados en paredes que hablan, caretas enormes y gordos travestidos que se cruzan por la cámara en patineta. De este cine guatemalteco, no tenía yo ni idea.
Preferimos dejar el cine por un rato. La ciudad en la que estamos se llama Playa del Carmen, a 60 km. de Cancún. El estado de Quintana Roo ha decidido, a más de invertir en el turismo de ‘resort’ y spa, apoyar este festival de cine. Esta es la primera edición del RMFF y se extiende todos los días a Cancún, Tulum, Cozumel y Xcaret, con funciones en salas y en playa abierta. Una ciudad nueva, sin mucha personalidad, que se parece a Montañita, pero sin consumo abierto y sin parlantes a todo volumen. No hay desfiles de siliconas como en Cartagena, ni música que la identifique con México (la Bamba, interpretada con arpa, nos tocaron en el desayuno!). El equipo mexicano de producción es bastante joven, encantador, preocupado porque nos sintamos como en casa, pero la tienen difícil, casi ninguno vive en Playa del Carmen. Todos han venido del DF a proponer un festival para que la zona tenga una actividad cultural que se diferencie de la comercial y turística de todos los días.
Vamos en busca de comida tradicional maya para sentir algo del picante que creo le falta a este festival. Pibxcatic, papadzul, panucho de camarón, tsotolbicha, acompañado con tsic, es el menú del día, con bajativo de tequila reposado. Mientras como, pienso que los festivales se parecen y tienen la personalidad de sus directores y programadores. La noche se nos presenta con varias alternativas: en la playa de Mamitas beach se proyecta la película Bonsai, una producción chilena de Cristian Jiménez (2011); Rezeta de Luis Fernando Frias de México, en la sección ‘work in progress’, o talvez podríamos ir al Autocinema de Cancún, si es que no sopla el viento.
La Carlita esta en la playa apreciando la “naturaleza humana», mientras piensa cómo hacer una película. Me cuenta que se encontró con un bicho enorme en el jardín y que los sonidos de los pájaros que invaden todos los senderos del hotel, son grabaciones que salen de las piedras…..habrá comido algún hongo maya?
Yo, por ahora, me quedo pensando a quien se parecen los EDOC o el extinto Cero Latitud, mientras llega la noche de viernes.

Comments

comments

X