Por Paulina Simon Torres
La familia Simpson llega al cine luego de 18 años en televisión. Al contrario de otras series de TV llevadas al cine, Los Simpson, la película no es un episodio extendido.
Tras una larga relación, de 400 episodios, es difícil creer que todavía pueda haber  sorpresas. Nada indica que Marge sea capaz de perder la paciencia. Tampoco Bart renunciará a sus travesuras. Ni Maggie va a dejar el chupón o Lisa olvidar sus ideales. Y sería imposible creer que solo por el hecho de que su familia será por primera vez retratada para el cine, Homero tendrá algún tipo de recato. Sin embargo, participar en Los Simpson: la películale da a cada uno la libertad de romper el molde y llevar sus personalidades hasta nuevos extremos.
Estos cincos seres amarillos dueños de una fisonomía que ha sufrido modificaciones y se perfecciona ahora con su llegada al cine, han sido una presencia polémica en las últimas dos décadas. Sus frases, eructos e insultos se consagran como la voz de protesta de una sociedad y un mundo repleto de aristas que se deja ver en todo su esplendor en la película.
Luego de 18 años, la relación odio-amor entre los miembros de la familia Simpson conserva y lleva al cine su escencia intacta. Siguen siendo un quinteto disfuncional unido por valores familiares tradicionales que se balancean en la cuerda floja. La película presenta a un Bart que extraña a Flanders y a una Marge que sí puede abandonar a su marido.
Son precisamente aquellas contradicciones evidentes entre el amor y el cinismo, al puro estilo Homero, las que funcionan como el soporte de la trama de la película. El argumento se construye a partir de lo específico del núcleo familiar y se extiende hasta la universalidad del caos político y social, propiciado por le mente dispersa de Homero, en la que un mono de circo toca los platillos.
Los Simpson poseen desde 1989, y lo reafirman ahora con experiencia y largos años al servicio de la sátira, esa capacidad ambigua de decirle al espectador: “See our family. And feel better about yours”, a sabiendas que el público no ríe de ellos, sino del enorme parecido consigo mismo.
Los Simpson: la película no es un episodio alargado, es en realidad todo aquello que sucede en la serie, pero condensado y enfocado dentro de una línea narrativa que abarca nuevas posibilidades, distintos escenarios y más críticas mordaces de las que se podría sostener en el argumento de un capítulo de 22 minutos.
A un paso de experimentar una pesadilla tóxica, los habitantes de Springfield no tienen más remedio que dejar de arrojar al lago cadáveres y desechos nucleares pero hay quienes no comprenden el mensaje. Homero, por su parte, incapaz de prestar atención a su esposa Marge o tomar un curso de paternidad para evitar que Bart vaya a corte, es capaz, sí, de sentir amor a primera vista por un puerco con sombrero, verdadero causante de todas la tragedias en esta película, así como de los momentos más hilarantes. El puerco, gran estrella del metraje, es una de esas sorpresas insuperables. Homero hace que su mascota camine sobre el techo mientras canta ‘Puerco araña’, primer single más corto en figurar en la lista Billboard.
Esta vez no queda títere con cabeza. Desde Al Gore hasta Tom Hanks, todos aportan a la sátira con varias verdades irritantes: el gobierno te espía, Springfield puede desaparecer del mapa con solo crear un nuevo Gran Cañón, Tom Hanks le presta su credibilidad a Arnold Schwarzenegger, el presidente, mientras éste preferiría seguir actuando en comedias junto a Danny De Vito. Parodian a Disney y la banda de rock Green Day muere a causa de la contaminación, pero antes se despide con violines como si fuera Titanic.
Finalmente, Homero, patriarca y antihéroe, pero ante todo protagonista definitivo de la cinta, deberá buscar en su interior algún resquicio de brillantez para asumir la difícil tarea de redimirse y salvar el mundo que él solo destruyó.

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