Por Alfredo Mora Manzano
Sobre la octava edición del Festival Encuentros Del Otro Cine EDOC.
Cuando estábamos programando el festival hace un par de ediciones se nos sugirió que pusiéramos el filme ganador del Oscar La marcha de los pingüinos, lo cual causó que el director de programación de esa época reaccionara de manera más bien negativa. Recuerdo ese momento como definitorio de lo que sería nuestro trabajo actual más allá de la anécdota al ver una de las películas seleccionadas este año. En Encounters at the End of the World de Werner Herzog, una de las primeras reflexiones que el director hace al llegar a la Antártida es “lo que no quiero es hacer una película en la que siga a pingüinos lindos”. Eso lo dice casi todo. El mismo Herzog termina filmando pingüinos en una secuencia pero se fija solo en el que toma la decisión de caminar en dirección contraria a la que toma el resto de sus miles y miles de compañeros. Creo que en el festival nos sentimos cómodos al tomar riesgos y como el pingüino solitario el camino menos transitado es el que nos sigue pareciendo el más interesante.
2009
El EDOC de este año cuenta con casi cien títulos, entre cortos y largometrajes. Como en cada edición queremos traer lo mejor del mundo del documental internacional y mostrar al público lo último en lo que a producción nacional se refiere. La directora artística del festival, María Campaña Ramia, ha enfrentado la durísima tarea de lograr una programación lógica, cohesiva y de un gran nivel. El trabajo del comité asesor de programación ha sido ver y analizar los títulos que se registraron para participar en el festival a través del formulario en línea.
Este año fueron más de 230 documentales de 30 países. Los que fueron mejor calificados por el comité se unieron a los filmes que la dirección artística y de programación busca en los mejores festivales y canales de distribución del documental. Este año también estamos orgullosos de presentar siete largometrajes ecuatorianos: Alpachaca, puente de tierra de Jorge Luis Narváez, Chigualeros de Alex Schlenker, Este maldito país de Juan Martín Cueva, Descartes de Fernando Mieles, ¿Porqué mueren los castaños? de Tito Molina, A cielo abierto de Pocho Álvarez y Memoria de Quito de Mauricio Velasco. Algunos de estos filmes fueron apoyados en las convocatorias realizadas por el Consejo Nacional de Cinematografía lo cual da cuenta de que el proceso empieza a arrojar resultados positivos. Para las próximas ediciones de EDOC esperamos contar con una serie de títulos que lograron financiamiento del CNCINE que se encuentran en producción y también aquellos que no lograron su apoyo pero que siguen avanzando de distintas maneras y a través de iniciativas independientes.
A pesar de que nos duela siempre hay películas que se nos escapan. Las exigencias del mercado son cosas que no podemos controlar y aquellos títulos que son distribuidos a través de canales de los grandes estudios a veces sufren de esa mezquindad transnacional contra la cual es muy difícil luchar, incluso en contra del deseo de los mismos directores que están de acuerdo en que programemos su obra. De todas maneras eso no nos desanima, como decimos en el festival siempre habrá otro EDOC y nuevas oportunidades de disfrutar más del mejor cine documental.
Desempolvando archivos
Siempre al empezar mi trabajo en el festival me remito a un hecho que de nuevo tiene que ver con la Academia norteamericana de artes y ciencias cinematográficas: el discurso de aceptación del Oscar de Michael Moore en el que expresa a gritos, en medio de los abucheos de unos y los aplausos de otros, que “…nos gusta la no-ficción porque vivimos en tiempos ficticios …” En esta frase hay mucha verdad. La importancia de la programación del EDOC más allá de mostrar los mejores documentales o dar a conocer países a los cuales no tenemos acceso normalmente, radica en el hecho mismo de enseñarnos lo que los medios no nos muestran ya que no tienen interés en hacerlo.
Partiendo de este punto y pidiendo disculpas a los exquisitos que siempre ven el citar a Moore como una salida fácil en un artículo sobre documentales, el EDOC de este año hace una apuesta real por filmes que exploran tanto el lenguaje cinematográfico como ese compromiso de mostrarnos una realidad que nos es negada. En la sección “Relecturas: Nuevas interpretaciones del material existente” Se han incluido trabajos que reutilizan archivos para contextualizarlos en obras cinematográficas nuevas y maravillosas. Revue de Sergei Loznitsa es un gran ejemplo, creando un concepto nuevo a partir de filmes de propaganda de la era soviética, este resultado es más que esperanzador. Imagino a miles y miles de horas de archivo de informativos ecuatorianos tendenciosos esperando a mostrar su verdad desde el letargo. Diario de Sintra, una pieza fundamental para los cinéfilos, nos lleva a la vida en el exilio de Glauber Rocha a través de fotos, videos caseros y recuerdos de su esposa. El resto de la sección cumple fielmente con este compromiso de calidad. La retrospectiva de Ross McElwee es también una enorme apuesta artística del festival ya que a pesar de ser un director reconocido por los grandes festivales, sean o no de documentales, su trabajo autobiográfico y reflexivo se escapa de los cánones tradicionales.
Esto no quiere decir que el EDOC haya dejado de lado su compromiso con temas de luchas sociales e injusticia que siempre estarán íntimamente ligados con el documental. Las secciones: “A propósito de la niñez”, “¿Qué hacer?…” e “Inhumanidades…” siguen explorando a fondo estos temas que debemos conocer.
Los Herederos de Eugenio Polgovsky, El General de Natalia Almada, Of Time and the City de Terence Davies, Diario del fin de Juan Alejandro Ramírez, Bajo la Capucha… de Patricio Henríquez y Z32 de Avi Mograbi también son títulos fundamentales entre otros muchos favoritos.
El Tema del documental
A mediados de abril se cumplieron las primeras reuniones de lo que esperamos se consolide en la “Asociación ecuatoriana de Documentalistas”, todavía sin un nombre oficial. Durante esta asamblea se recibieron planteamientos de los asistentes con respecto a cómo proteger la creación, producción y difusión del cine documental. A ese respecto me parece importante reconocer que el EDOC se ha convertido en un motor para que los trabajos del cine de lo real se muestren y en una meta para los cineastas ecuatorianos con filmes en producción.
El Ecuador es un país que vive a veces sumergido en un miasma de incomunicación en que los noticieros no nos dicen la verdad y los periódicos tampoco, al estar supeditados a las opiniones de las empresas que los controlan. A la espera de que esta hambre de información veraz e imparcial llegue algún día a través de los medios que esperamos, como los medios públicos de información, el EDOC es una fuente para que los trabajos y la verdad nos lleguen así sea solo durante un par de semanas al año.
Para terminar, me remito nuevamente a Werner Herzog, un cineasta que se mantiene siempre fuera de los circuitos normales de comercio y distribución y que esperamos tener en cuerpo presente en EDOC en algún momento. Al ser entrevistado por Jonathan Demme, Herzog explica que “la audiencia está preparada para recibir lo incomprensible”. Nos gusta pensar que el festival ha crecido con su público que está cada vez más preparado para aceptar nuevos lenguajes. En los años venideros estos serán explorados por la programación. A partir de la tendencia podríamos suponer lo que se viene: documentales animados, experimentales y otras reinterpretaciones de la realidad son maneras que tendremos para acercarnos al cine de lo real con ojos cada vez más nuevos y entrenados en momentos en que la fina línea que separa a la ficción del documental se vuelve cada vez más gris y difusa. El “Otro” Cine se vuelve de verdad otro cada vez que podemos presentar ámbitos de creación nuevos para la audiencia y casi inexplorados por los cineastas. Como el pingüino de Herzog caminando siempre hacia donde los otros no van, el EDOC seguirá cuestionándose y reinventándose cada

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