El cine de Bergman ocupa una importante sección de las memorias de mi juventud; escuchar a mi padre y madre hablando sobre su manejo de la psicología, de los grandes y solemnes temas presentes en su cine y del retrato imponente de la angustia que a todos nos invade en algún punto. Con la edad y el aprendizaje esa angustia ya no la sentí tan importante, solemne o necesaria, por lo que mi fascinación por sus películas se fue enfriando. Pero creo que siempre asociaré a Bergman con esos momentos de juventud, en los que uno piensa que las cosas son importantísimas, y sobre todo, su cine me hará recordar las conversaciones que tuve con mis padres, en las que sentía el placer de creerme un poco adulto.

 

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