“Mujercitas”: La realidad de una familia adelantada a su época 3613 Por Gabriela Vilca Nieve. Pasos. Risas. Cuatro muchachitas que aún no entendían del todo la vida marchaban al mismo son, acoplándose instantáneamente al ritmo de la otra, con la facilidad que solo los años otorgan. Eran hermanas de sangre, como es natural, viviendo en el siglo XIX. Un mundo donde aún era mal visto que la mujer trabajara para tener su propio dinero. En ese paisaje cristalino, Jo, Meg, Amy y Beth, aplaudían, gritaban y pisaban fuerte, en rebeldía de quienes decían que debían ser dóciles y calladas. Eliza Scanlen (primera desde la izquierda), Saoirse Ronan, Emma Watson y Florence Pugh, en ‘Mujercitas’ de Greta Gerwig / Fuente: Revista Diners Esta historia que pareciera tan común esconde una joya, un diamante en bruto que la autora de su narración, Louisa May Alcott, desestimó en su grandeza. Más aún porque las anécdotas de sus aventuras representaron, en su sencillez, lo que muchas mujeres en la intimidad de su soledad, deseaban durante aquellos años en mayor o menor medida para ellas mismas: reconocimiento y valor. “Mujercitas” se convirtió en un clásico, es cierto, pero su publicación significó mucho más que cualquier otro bestseller. Su relato, revolucionario para la época, armó revuelo en 1868. Las protagonistas del libro, que eran todas mujeres, expresaban ideas que iban más allá del romance. Ellas tenían metas, sueños y opiniones, aspectos que eran censurados. Inclusive los hombres, generalmente los héroes en las historias, pasaron a segundo plano en este libro. Pero lo más inusual fue su autora, quien en realidad, reflejó en esta obra la vida de su familia: los Alcott. Una joven Louisa May, autora de ‘Mujercitas’/ Fuente: Gente Yold Desde que eran pequeñas, Louisa, junto a sus hermanas Anna (Meg), Elizabeth (Beth) y Abigail (Amy), fueron incentivadas por sus padres a seguir sus propios ideales. La señora y señor Alcott, Abigail y Amos, fueron asombrosamente liberales para los tiempos que corrían. Considerados cristianos seguidores del movimiento trascendentalista, abogan por los derechos de los animales, no consumen comida y textiles de origen animal, además eran abolicionistas, múltiples veces ayudaron a esclavos que huían buscando la libertad. Sin contar que también eran feministas, apoyaban el voto femenino y la entrada de las jóvenes en la universidad. Orchard House, hogar de la familia Alcott,, donde Louisa escribió ‘Mujercitas’ / Fuente: Gente Yold Tal conciencia social los hizo acreedores de numerosos amigos intelectuales y de cierto renombre social, pero no los ayudaba a pagar las cuentas. Los Alcott gran parte de su vida vivieron en la miseria e inestabilidad económica. Esta situación hizo mella en la señora Alcott, quien se quejaba de tener que depender de su marido y de la desigualdad de los sexos. Este pensamiento fue transmitido a sus hijas, sobre todo a Louisa, que desde adolescente trabajó activamente para mantener a flote a su familia del frío y el hambre. Padres de la familia Alcott, Abigail y Amos / Fuente: Gente Yold Louisa fue costurera, empleada doméstica, institutriz y escribía relatos en los periódicos locales por unas pocas monedas. Trabajó también como enfermera durante la guerra. Páginas de una de las primeras ediciones de ‘Mujercitas’ / Fuente: Gente Yold A sus 36 años, escribió ‘Mujercitas’, ejemplar que sacó por fin a su familia de la pobreza extrema. Aunque su muerte a los 55 años dejó un gran vacío, su legado mantiene viva su memoria. Un legado que, pese al curso del tiempo, sigue inspirando a millones de mujeres a soñar y realizar su vida como ellas deseen. Comments comments