Por Martín Fierro
La primera película de Mónica Mancero, Azules turquesas, tuvo su estreno el 20 de junio del presente año en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Esta primera producción enlaza múltiples temáticas sociales: la lucha contra las adicciones, la orientación sexual y los centros de rehabilitación clandestinos, como el eje central de la trama.
En este primer lanzamiento, la sala Alfredo Pareja estuvo totalmente llena, a tal punto que, aquellos que llegaban media hora antes debían buscar un asiento pronto y quiénes lo hacían faltando quince minutos se quedaban con las ganas de entrar, pues las puertas se iban cerrando. Días después se reestrenó en el cine Ochoymedio. Ante el interés del público, la opinión de Mónica Mancero no podía hacerse esperar y aceptó participar en una entrevista.
Azules turquesas cuenta la historia de Isabella (Mónica Mancero) que busca liberarse de sus adicciones y pasa por muchos centros de rehabilitación en donde sufre maltrato y su estado emocional empeora.
La lucha por salir de ese estado lleva a esta joven y a su familia a un desgaste completo que parecería que no lleva a ningún lado más que a la depresión y la tristeza.
En el trabajo de escribir, dirigir y protagonizar, ¿qué fue lo que más te gustó?
A mí lo que más me gusta es actuar, bueno esa es mi profesión. Yo no soy escritora, entonces si me costó bastante. Igual es un proceso lindo, pero fue doloroso y complicado porque tenía que aprender a hacer un guion. La producción es lo más difícil, a uno le toca hacer de todo. Tuvimos un plan de rodaje, pero hay cosas que te toca resolver que ya se van fuera de las manos.
¿Cómo y cuándo descubriste tu vocación por actuar?
Desde chiquita tuve la suerte de que mi papá siempre nos lleve al teatro, al cine, a conciertos y siempre estuve relacionada con el mundo del arte. Hacía como obras de teatro yo sola, actuaba y hacía películas.
En el mundo de la actuación, ¿Qué impacto han tenido en ti los talleres: Técnica Meisner y Método Stella Adler?
El que más me gusta es Stella Adler. Es un taller que me pareció súper práctico. Hay varios métodos que yo tuve la suerte de aprender y ese me pareció el más completo. Sostiene que lo humanos tenemos veintidós actitudes y me gusta porque no se mete con la privacidad de la persona, hay otros que te dicen que recurras a tu momento emocional y creo que te sacan el aire. En este método vas construyendo los personajes desde la actitud y no desde los sentimientos.
¿Qué significa para ti, estrenar la película en el Festival Latinoamericano de Cine de Quito?
Hasta ahora yo no creo todas las cosas que están pasando. Cuando esperas algo muchos años y empieza a pasar es como si estuvieras en un estado surreal. Solo vivo el presente, pero claro, no lo puedo creer.
¿Cuál es el vínculo de la canción Azules turquesas de Lisandro Aristimuño?
Cuando yo salí de todos estos centros de rehabilitación estaba intentado rehabilitarme, o sea, recuperándome y con mi hermana siempre me he llevado súper bien, entonces ella me la dedicó. La letra cuenta cosas que nos pasaron a las dos, tanto de su lado y de mi lado. Entonces fue una canción que me marcó muchísimo, más los colores y el cantante (risas), era perfecto.
Has realizado una demanda contra los centros clandestinos de rehabilitación ¿Crees que tenga efecto en las personas que siguen confiando en ellos?
Esa es mi esperanza: que las familias puedan abrir los ojos en el sentido de cómo es. Que no existan tantos engaños y que sepan por dónde ir. Fue lindo porque después de una de las proyecciones, cuando se terminó la función, se acercó una mamá, una señora que no conocía y solo me abrazó se puso a llorar y me dijo: “gracias por abrirme los ojos. Entonces para mí eso ya es muchísimo, es un logro”.
“Las familias son las que más sufren, porque viven el engaño, la coadicción, la frustración y la desesperación de no saber a quién creer”.
¿Cuál fue el mayor problema que enfrentaste para realizar la película?
El problema más grande es el poco apoyo económico que se obtiene aquí. Sin dinero se pueden lograr cosas, pero existen muchas trabas. Para todo lamentablemente necesitas dinero, hasta para el agua que les vas a dar a los actores. O sea, tratar todos los días de resolver: ¿cómo lo grabamos?
¿Cómo te ayudó el Ministerio de Salud Pública para la realización del filme?
Hace muchos años me iban a dar un auspicio. No sé bien cómo se llama, son unas plataformas que tienes que llenar online y si algo haces mal, todo queda afuera. Entonces, tuve la mala suerte de tener una persona que me quiso “ayudar”, pero en lugar de ayudarme me perjudicó, porque no siguió el procedimiento como era, y se cayó ese dinero. Entonces ya no pudimos contar con eso.
¿Pensaste abandonar la película en ese período dedicado a la escritura del guion?
Sí, siempre (risas).
Había ratos que era muy cansado, emocional y económicamente, tenía que dedicarme a otras cosas y no solo cuando escribía sino también cuando conseguía el financiamiento. Muchas veces nos cerraron las puertas, pero después como que me pasaba y otros días agarraba fuerza y decía no me puedo dejar, tengo que contar esta historia y otra vez volvía.
En el proceso de editar la película, ¿cuál fue la tarea más demandante y la más creativa?
Todos los procesos han sido duros. En el guion, por ejemplo, al no saber escribir te toca investigar, y además también recurrir a cosas que ya no quería recordar. Producir ha sido duro, y dirigir también era la primera vez que lo hacía. Hacer que toda la gente confíe y crea en ti, a pesar de que saben que nunca has dirigido nada. Había momentos donde llovía. Por el tiempo, algunos dicen que es un defecto la impaciencia, pero yo creo que en producción es una virtud, porque aprovechas todo al máximo.
Azules turquesas llegará a las salas de cines comerciales en septiembre. La producción cinematográfica ecuatoriana trata un tema social oculto por una cortina de humo que puede generar debate en familia debido al impacto que tiene un tema cada vez más recurrente en la realidad nacional: afrontar la rehabilitación de adicciones de un ser querido y no conocer realmente cómo hacerlo. Finalmente, la respuesta se encontrará en la decisión personal de querer salir de esa situación y encontrarse consigo mismo.
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