El cineasta rechaza los algoritmos y apuesta por la curaduría como estrategia para que el cine deje de ser solo ‘consumo’.
«El arte del cine está siendo sistemáticamente devaluado, marginado, degradado y reducido a su mínimo común denominador: el ‘contenido'». Son las palabras de Martin Scorsese que han encendido el debate sobre el futuro del cine en la era del ‘streaming’ esta semana. Forman parte de un extenso ensayo centrado en la figura de Federico Fellini, publicado en la revista Harper’s Magazine, pero el cineasta encuentra espacios en su inspirado texto sobre el italiano para mirar (de nuevo) a la realidad de la industria hoy y preocuparse, en particular, porque hayan algoritmos, y no expertos, programando las recomendaciones para los espectadores en las grandes plataformas como Netflix.
Como apunta, la terminología habla mucho del momento presente. Al llamar ‘contenido’ al arte, ‘usuarios’ a los espectadores y ‘consumo’ al placer de ver películas y series, estamos adaptando nuestro lenguaje a unas lógicas empresariales. «Ahora, ‘contenido’ se ha convertido en un término comercial que incluye todas las imágenes en movimiento: una película de David Lean, un video de gatos, un anuncio de la Super Bowl, una secuela de superhéroes, un episodio de una serie…», escribe Scorsese, que durante años ha sido un gran defensor del arte del cine no solo como practicante, con una filmografía que ha marcado la historia del medio, sino también dejando clara su postura frente a las películas de Marvel («no son cine», dijo, comparándolas más bien con «parques de atracciones») y avisando del peligro de ciertas tendencias del ‘streaming’, aunque, como él mismo reconoce en su ensayo, tiene su lado positivo cuando utilizan su dinero para dar vida a proyectos ambiciosos como su película ‘El irlandés’.
Netflix
El principal problema al que apunta el director de ‘Taxi Driver’ es la dictadura del algoritmo, que crea realidades únicas para cada espectador en las plataformas y le orienta directamente hacia sus gustos. «Si los algoritmos «sugieren» más visualización en función de lo que ya has visto, y las sugerencias se basan solo en el tema o el género, ¿qué efecto tiene eso en el arte del cine?», escribe. El efecto es que cada uno vivamos en una burbuja de la que nos sea muy difícil salir. Se trata de acostumbrar nuestra mirada a lo conocido y cómodo hasta que cualquier cosa alejada de ello nos parezca insoportable. La cuestión de educar la mirada sigue siendo relevante, si no más, en un momento donde lo tenemos todo a nuestro alcance y corremos el peligro de no salir de nuestra zona de confort. Aunque ojo: no todo el mundo tiene inquietudes cinéfilas. Hay quien solo quiere ponerse algo para pasar un buen rato sin más e invertir su curiosidad en otras áreas artísticas o de la vida. Y no pasa nada, Scorsese.
Pero para aquellos que sí tienen esa curiosidad, sean cinéfilos convencidos o simplemente personas interesadas y abiertas a nuevas historias y experiencias en la pantalla, las reflexiones del cineasta son muy pertinentes. Aunque quizás habría que añadir que el pasado tampoco debería ser idealizado con respecto a nuestra realidad actual. En un artículo de la BBC, se explora el asunto de los algoritmos y se argumenta que, en realidad, esa manera manipulada de lanzarnos hacia ciertos contenidos siempre ha existido. «Sería un error presentar a los viejos guardianes de la cultura con aires románticos en comparación con las empresas de las nuevas tecnologías… En ambos casos, estamos hablando de instituciones poderosas que definen, controlan y gestionan los límites de lo que es el arte y de la cultura», apunta Elinor Carmi, investigadora del departamento de comunicación y medios de la Universidad de Liverpool, y menciona el documental ‘This Film Is Not Yet Rated’ para entender cómo los grandes estudios de Hollywood siempre han tenido ventajas en la calificación de sus películas, que afecta sustancialmente a su accesibilidad y visibilidad frente al público. En cierta manera, es también una manera de filtrar y seleccionar.
Silver Screen CollectionGetty Images
Hablando del pasado y los filtros en el cine, también convendría apuntar a quién y cómo ha construido ese canon que Scorsese, como tantos otros amantes del cine, ensalza. Sí, la curaduría es importante y necesaria, pero también lo es que haya diversidad entre los que la realizan. No ha sido realmente hasta los años del auge de internet que hemos empezado a reivindicar, por ejemplo, mujeres directoras olvidadas. Pioneras como Alice Guy Blaché fueron borradas de la historia del cine por esos mismos curadores que sí nos dijeron que Alfred Hitchcock y John Ford eran unos imprescindibles. No se equivocaban, pero su perspectiva como seleccionadores estaba incompleta. Con esas decisiones se ha construido un cierto consenso en el cine que ahora por fin se está completando con aquellos que se dejaron atrás. Precisamente, Martin Scorsese se benefició de la construcción crítica del llamado Nuevo Hollywood, que pasó al imaginario popular como el punto de inflexión en la industria, y, por muy cierto que esto pueda ser, no hubo espacio en esos años, en los que directores como Francis Ford Coppola y George Lucas se convirtieron en dioses del Olimpo, para recordar con la misma fanfarria (ni tampoco para apoyar o financiar) el trabajo de Barbara Loden, Elaine May, Joan Micklin Silver, Claudia Weill, Anne Bancroft o Karen Arthur, entre otras mujeres cineastas de la época.
Lo que venimos a reivindicar es lo mismo que Scorsese, que necesitamos la figura del curador, pero también que se incorporen más voces de las habituales. Quizás así ese pasado no tan idílico pueda encontrar dignos herederos en la actualidad, y pueda ser, como el director dice, «un acto de generosidad» para los tantísimos artistas interesantes que tiene el séptimo arte. ¿Cómo conseguirlo en la era del ‘streaming’? En su ensayo menciona a las plataformas The Criterion Channel y MUBI como ejemplos de cómo una plataforma online puede tener una perspectiva, que puede ser algo más que un catálogo de cientos de miles de películas que es muy difícil de explorar. En esta lista también podría incluirse Filmin, que elabora un increíble trabajo de organización y recomendación a través de sus diversas colecciones curadas.
Avalon
En definitiva, Scorsese nos ha lanzando en este ensayo una serie de ideas que deberían tomarse en consideración para construir una nueva manera de disfrutar (énfasis en «disfrutar») del arte del cine. También para poner el foco en todo ese cine que nos perdimos en su momento y que ahora tenemos la oportunidad de recuperar, centrar nuestros esfuerzos en demandar que las plataformas no se centren tanto en generar contenido sin parar y busquen la manera de poner en valor el pasado fílmico que aún no está disponible. De nuevo, en este sentido, es notoria la ausencia en ‘streaming’ de filmografías como las de Kira Muratova, Kinuyo Tanaka y otras grandes directoras de la historia del medio.
Al final, más allá de las conclusiones a las que podamos llegar o las soluciones que pueda traer en un futuro cercano, en la esencia de este debate se encuentra, como apuntaba la crítica Desirée de Fez en El Periódico, la necesidad misma de debatir. «Porque la conversación», escribe, «no abunda, es importante agarrarse a estas propuestas y continuarlas antes de que se conviertan definitivamente en algo exótico».
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