Por Joce Deux
Parasite (Gisaengchung, 2019), película surcoreana de Bong Joon-ho, ganó el mayor galardón de los premios Óscar 2020 y obligó al público de esa meca que es el cine comercial, a leer en la pantalla los subtítulos de un idioma que proviene de otra geografía, con una historia presente y cercana.
Bong Joon-ho compone su narrativa con varios tonos. El filme inicia con una comedia. Luego rompe su lógica a un thriller que se torna retorcido. Hacia el final se transforma en un gore rutilante y de nuevo da una vuelta de tuerca a un drama demoledor.
EL PRINCIPIO
Ki-woo, hijo de la familia Kim, roba Wifi (yo lo he hecho millones de veces), ¿es una actitud parasitaria?
Fumigan el barrio, entonces abren las ventanas para aprovechar la circunstancia y matar a los bichos dentro de casa, un sótano apretado en una calle sin salida.
El guion construye el retrato familiar de quienes sobreviven día a día y contienen animadversión contra el entorno que no se pregunta qué oportunidades o desdichas tienen.
Los Kim viven sin privilegios, pero en un tono de comicidad que difiere, por ejemplo, del “realismo sucio latinoamericano” que se lo boceta trágico de inicio a fin. En Parasite la sátira baja la tensión. Pero es una trampa, Bong Joon-ho nos traicionará, y quien es traidor cambia la mirada de los que no esperábamos caer en otro abismo.
TODO PUEDE CAMBIAR EN
CUALQUIER MOMENTO
El amigo aniñado de Ki-woo, Min-hyuk, que se va al extranjero a estudiar, obsequia a la familia Kim una piedra Gonshi para que atraiga riqueza a la casa. Esta piedra es el objeto mágico que cambia su intención original de riqueza a violencia, este elemento narrativo dice mucho en la trama.
Ahora que Min-hyuk dejará el país, le da la idea a Ki-woo de que finja ser estudiante universitario para dar clases a Da-hye, hija de la familia Park y así, ocupe su lugar. Ki-woo entra sin problemas en la mansión Park, una arquitectura de ensueño, pero inaccesible para muchos como Ki-woo, quien maravillado encuentra un lugar del que no querrá irse.
La familia Park, de clase alta, torpe y afianzándose en las recomendaciones, deja entrar a cada uno de los integrantes de la familia Kim, quienes aparentan ser desconocidos entre sí. Los Park creen que son meritorios para ocupar cargos y sostener la casa. Los Kim, con tretas, se vuelven esenciales para los Park.
ç¿Quiénes son los parásitos?
Los Park salen de la ciudad, Los Kim se quedan a cargo, pero ¿por qué no soñar por un instante que ellos son los Park?. ¿Por qué no comer lo que los Park comen y disfrutar de eso a lo que no pueden acceder?. Para que unos tengan otros deben carecer. Hay que sacar tajada, hay que comer más del pastel, la miseria volverá.
EL VIENTRE DE LA APARIENCIA
Los Kim no son los únicos que viven a costillas de los Park. El ama de llaves también hizo su nido en el bunker de la mansión. ¿Por qué hay un bunker?
La tensión entre Corea del norte y del sur ocasionó que muchas familias con posibilidades económicas construyeran bunkers.
Pero otros, como los Kim, no tienen esa posibilidad. Lo irónico es que los Park, cuando compraron la casa, desconocieron que existía un búnker a causa de sus miradas miopes.
Lo que vemos, esconde en su vientre, tragados, triturados, a los que mantienen a esta clase social. Una bella metáfora que despeja la duda de quiénes son los parásitos, de qué se alimentan y cómo los disuelven con indolencia.
Los Park no pueden vivir sin los Kim. Son incapaces de limpiarse el culo sin que otra mano haga el trabajo sucio.
LA LLUVIA ES LA MISMA, PERO MOJA DE DIFERENTE FORMA
Llueve. los Kim regresan a casa, que ahora es un eufemismo de sus realidades. Las calles son ríos, el hogar inundado y el retrete deja escapar la mierda de la ciudad. ¿Qué escondemos? (Las “regeneraciones urbanas” gentrifican, esconden. Somos apariencia). En cambio los Park, en casa, ven, a través de la pared de vidrio, a su hijo acampar en el patio sobre el césped sesgado en una tienda india. Es la misma lluvia.
EL ANHELO ES DEJAR DE ANHELAR
Al final del metraje, la carnicería que el protagonista perpetra, porque no puede contener más esa animadversión que al principio fue cómica, y ahora es un piedrazo, lo obliga a esconderse en el búnker. El hijo hace un plan a largo plazo para comprar la mansión Park, donde ahora viven extranjeros que ignoran quién se oculta debajo del suelo que pisan. La temporalidad se rompe con un flash forward en el que Ki-woo logra su objetivo, la familia de nuevo unida, pero es un sueño, le será ajeno. Ki-taek quedará engullido en el vientre de ese organismo parasitario al que le molesta, incluso, el olor que excreta la pobreza.
Bong Joon-ho crea una película con muchas capas significativas, con una temática poderosa. Parasite es inteligente, sin pretensiones. Entra, se ensucia, y sale mugrienta, ríe, causa zozobra, grita y llora anhelando lo inalcanzable.
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