Por Rafael Barriga
Entreatos de Joâo Moreira Salles revela las intimidades de la campaña de 2002 de Luiz Ignacio Lula da Silva.
 La idea de seguir a un candidato presidencial, con acceso total a las actividades de campaña y sus momentos íntimos, no es nueva en el cine. Dos ejemplos clave: Primary (1960) de Robert Drew, vio de cerca las campañas de John Kennedy y Hubert Humphrey en las primarias estadounidenses. La pieza se convirtió en filme seminal del “Direct Cinema” norteamericano. En 1974, une partie de campagne(1974) de Raymond Depardon. El cineasta anduvo en la campaña del gaullistaValery Giscard D’Estaing, en Francia. Giscard no permitió que el producto final de su película sea visto, y solo 28 años después tuvo su estreno comercial.
En 2002, Joâo Moreira Salles, logró que Luiz Inacio Lula da Silva le permita estar entre los bastidores de sus actividades, en los entreactos –ergo el título del filme–, de la campaña que a la postre terminaría eligiéndolo presidente de Brasil, luego de tres intentos frustrados.
En el documental, vemos a Lula en aquellos momentos relativamente íntimos: recortándose la barba en una peluquería paulista, preparando discursos con sus asesores, hablando con ellos sobre experiencias políticas pasadas y, emotivamente, recibiendo los resultados de las elecciones triunfantes. En cada escena Lula va emitiendo partes de su ideario y de su experiencia.
Aquellas palabras, bastidores y entreactos, revelan mucho sobre este documental. Ambas se refieren a un ambiente de espectáculo, pero de aquella parte del showque no es visto por el público. Eso que se da detrás de las cortinas de un teatro, aquellos secretos de producción. Salles se limita a presentar solo eso. Ninguna imagen, ni gesto, ni discurso oficial. En esa lógica de espectáculo en la que el filme se desenvuelve, vemos entonces la dinámica de una producción real: el gran protagonista, el actor estrella es sin duda Lula; existen unos guionistas y directores que están encarnados en los asesores principales de Lula, sobre todo Duda Mendoça, el jefe estratega que sabe qué debe decir el personaje, en qué momento y de qué forma; un productor, en este caso José Dirceu, el otro fundador del Partido dos Trabalhadores, que cierra y abre las puertas, firma los contratos, busca el patrocinio, y hasta cuestiona la confianza del equipo de Salles. Y están también los personajes secundarios, importantes en toda producción: la señora de Lula, los otros asesores y acompañantes, entre otros. Y como gran coro griego, que está allí, en alguna parte, como gran artífice del personaje, está la brava gente brasileña, el pueblo, el soberano que se manifiesta, lo vemos al final, masivamente a favor de su líder.
Entreatoses, entonces, una especie de “making of” de una enorme producción, que bien puede titularse “Lulinha Paz e Amor”. Es que en Entreatostenemos el documento de la construcción de un enorme personaje, uno que cambió el overol de obrero por el traje de diseñador; aquel que, en aras de ganar la presidencia del país más grande del continente, modificó su discurso combativo de izquierdas, su imagen de sindicalista enemigo de la propiedad privada, para convertirse en el articulador del Brasil profundo, el gran conciliador que llevaría al Brasil a un nuevo día. Es verdad: vemos a un Lula de carne y hueso, contando las privaciones de su época de obrero metalúrgico. Sentimos el heroísmo del nordestinoque venció la pena y el quebranto para convertirse en el líder más importante de la historia reciente de Brasil y tal vez del continente. Pero en el proceso de pre-producción –ese que no podemos ver en Entreatos– el personaje fue modificándose, reinventándose, creciendo, sacándose una piel vieja y vestirse de una nueva. En estos bastidores que revela Salles, sin embargo, vemos que el fin justificó los medios, y vemos a un personaje multidimensional, demasiado inteligente para dejar de ser quien realmente es, brillantemente caracterizado, y bellamente fotografiado.

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