Por Armando García Aizaga
Aunque con la proliferación de los medios el analfabetismo parezca un problema del pasado, para un individuo solitario, la incomunicación podría pasar a ser de una verdad ignota a un verdadero infierno. 
En Niebla de culpa, el director mexicano Francisco Laresgoiti explora sin ninguna vacilación, las terribles consecuencias que podría tener una mentira aparentemente inofensiva.
El director nos trae la historia de Yolanda, una señora humilde de mediana edad, que decide ocultar el hecho de que es analfabeta cuando acepta hacer de niñera para Sofia, la hija de una mujer a quien había cuidado muchos años antes. Ahora, en una ciudad moderna e hiper comunicativa, la protagonista pondrá en peligro no solo su propio destino, sino el de la bebé a su cargo.
La película cuenta con la participación de la recientemente celebrada Marina de Tavira, pero el reparto está encabezado por Alma Moreno, quien en su primer rol protagónico, logra transmitir certeramente la timidez de su personaje, lo que hace que sus decisiones no sean puramente frustrantes, sino comprensibles para el espectador. 
Interpretando al esposo de Yolanda, Ramón Álvarez destaca como Juan. El filme se eleva gracias a su química natural con Alma y a su tortuosa subtrama, en la que a pesar de su alcoholismo intenta ayudar, solo empeorando las cosas y firmando así su propia sentencia. Con una filmografía un poco más extensa que la de su coestrella, Álvarez reafirma sus habilidades como actor, al dotar de verosimilitud a la parte más fantasiosa de la obra, que combina su dulzura con dolor y arrepentimiento. 
A través de la paleta monocromática, el lenguaje de la película consigue momentos de verdadera belleza. Además, con arriesgadas elecciones estéticas, Laresgoiti no solo sitúa al espectador en medio de la historia, sino que al igual que a su protagonista, le arrebata el don de la lectura: hace de las letras signos ilegibles, de modo que nos deja tan impotentes como al personaje.
Niebla de culpa es un formidable segundo largometraje para el ambicioso director mexicano, que presenta un escenario a todas luces impensable hoy en día. 
Al mostrar el peligro de la ignorancia y la ingenuidad que esta crea, Laresgoiti resalta lo importante que es la comprensión del lenguaje escrito dentro de la sociedad actual y, con un sentimiento de tensión permanente, hace del filme una experiencia innegablemente inmersiva.

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