Por Manolo Sarmiento
Pedimos al director de los Encuentros del Otro Cine que escriba sobre su festival en el contexto social y cinematográfico de hoy. Esto es lo que nos envió.
Lunes
El director del festival recibe una llamada de un responsable de cultura de la municipalidad. Lo invitan a una reunión. Le piden que prepare una exposición sobre los objetivos alcanzados por el festival EDOC hasta ese momento, cifras de audiencia, programación, producción nacional de documentales. Así mismo le remiten un cuestionario sobre algunos aspectos relacionados con las políticas públicas en materia de cultura que se implementarán en los próximos cuatro años. Antes de cerrar, el responsable le dice: “estamos elaborando un diagnóstico de la industria audiovisual, su potencialidad, las oportunidades y amenazas que la atraviesan… el alcalde quisiera discutir la posibilidad de que tengamos un canal cultural en Quito”. Termina la llamada.
El director del festival no lo puede creer y lo comenta con su equipo. La oficina en ese momento es un hervidero: la programación del festival está a punto de cerrarse, más de doscientas películas consideradas, se ultiman negociaciones con los productores de algunos filmes y con algunas embajadas que han ofrecido su ayuda. ¡Un canal cultural en la ciudad! “Seguro será otro canal gobiernista, ¡qué difícil es que entiendan lo que es un medio público!”, suelta uno de sus colaboradores. “No lo sé, dice el director; no lo sé…. tengo la impresión de que esta vez será diferente”.
Jueves
 La reunión da inicio sin el alcalde. Las lluvias torrenciales han hecho colapsar el alcantarillado y el “principal personero” ha debido ocuparse de la emergencia. No importa. La reunión tiene lugar. Están representadas varias asociaciones, festivales culturales y directores de cine. Camilo Luzuriaga, descreído y pragmático, se sienta cerca de la puerta para poder salir tan pronto la discusión se ponga densa. Sin embargo, la reunión permanece ligera, eficiente, puntual. Es la primera vez en una década que el director del festival tiene la oportunidad de exponer detalles y propósitos de su trabajo a un representante de la municipalidad, a pesar de que la municipalidad ha financiado buena parte de la actividad en todos esos años. Pero ese es un detalle menor. Lo fundamental es que la reunión, aunque larga, resulta productiva para todos. La municipalidad elabora un diagnóstico de la industria audiovisual independiente y propone crear una mesa de trabajo sectorial en el distrito. Se invitará a la televisión pública y privada, a la SENPLADES –aunque algunos presentes alegan que eso no servirá de nada– y a los diferentes ministerios pertinentes. Todos los presentes intercambian información sobre sus respectivas actividades y proyectos y reciben, al final, un ejemplar del proyecto de canal cultural y de su presupuesto. Cuando están saliendo, el responsable de cultura de la municipalidad que lo invitó a la reunión le comenta: “nos enteramos que se redujo el presupuesto del sistema de festivales… espero que eso no les haya traído demasiados problemas…” El director del festival le comenta que no ha sido un problema, que el Ministerio de Cultura lo anunció con tiempo, que la reducción se implementará paulatinamente y que además la ministra en persona se ha ocupado de encontrar paliativos. “Lo más importante –le dice el director– es que sobrevivirá la videoteca… la ministra es una admiradora de la videoteca de Cinememoria y se preocupó de que el servicio no se vea afectado”. Salen. El director del festival comparte taxi con Luzuriaga. “¿Qué te pareció?”, le dice. Luzuriaga comenta: “¡Carajo!, ¡tantos años desperdiciados! Pensé que nunca vería este día.”
Seis meses más tarde / Viernes
Cinememoria suscribe un convenio con la nueva Biblioteca Nacional. El director del festival anuncia la noticia en una reunión del directorio. La historia es larga, pero decide exponer lo esencial: la nueva directora de la Biblioteca Nacional, una académica de FLACSO, le ha tapado la boca a los comentarios malintencionados de la prensa: no solo ha inaugurado ya su nueva sede –un moderno edificio de 45 mil metros cuadrados en Quitumbe que fue diseñado por un equipo de arquitectos chinos– sino que ha iniciado la formalización del traspaso de los archivos fílmicos, audiovisuales y fotográficos del país a la mediateca que ocupará la cuarta parte del inmueble. También ha dado inicio la digitalización de los contenidos: treinta mil horas de audiovisuales y ochocientos mil folios de papel en el primer año. Toda la correspondencia de Eloy Alfaro, Gallegos Lara, Pedro Saad, entre muchos otros autores y personajes históricos, está preservada. El documento más celebrado fue una carta premonitoria de don Eloy fechada en 1898: “algún día un Delgado hará más feliz a este país”.
El convenio hará posible que Cinememoria comparta con la mediateca de la BIBNA – como ha comenzado a ser conocida la nueva entidad– su archivo de 2 300 títulos de cine documental contemporáneo y los nuevos títulos que se fuesen añadiendo al mismo cada año. La BIBNA será un patrocinador permanente del festival y ha fijado la meta de aumentar la colección a diez mil títulos en dos años. Además, las tres salas de cine de la BIBNA se integrarán como sedes del festival EDOC, lo que redundará en unos 14 mil nuevos espectadores.
En la reunión está presente un asesor de la directora de la BIBNA. Uno de los presentes tiene una inquietud: “todo bien con la BIBNA… pero, ¿por qué eligieron a un equipo de arquitectos chinos para diseñar la sede?” El asesor de la directora de la BIBNA carraspea, aclara su voz, y le explica: “el presidente se empecinó en que incluyéramos la BIBNA en el acuerdo de cooperación con China… fue una imposición… dijo en una reunión de gabinete: ‘¡la cultura siempre ha sido la última rueda del coche!, ¡eso se acabó! ¡Tenemos que aprovechar del precio del petróleo para recuperar el tiempo perdido… la Biblioteca Nacional y la Mediateca son una prioridad!’”
Martes
 En un debate sobre la comunicación en el siglo XXI convocado con motivo de la apertura del canal cultural metropolitano se destaca el papel del documental como género capaz de abrir nuevos caminos al periodismo y a la literatura. El fomento al documental independiente, que conoce un auge inusitado en el Ecuador desde la aprobación de la ley de comunicación, se vuelve así un pilar del nuevo escenario. Las transitorias de la ley supusieron una revolución: la Asamblea decidió que los dos canales incautados a los Isaías fueran entregados al sector privado, pero solo uno para la televisión comercial y el segundo para una red de canales públicos en manos de organizaciones de la sociedad civil. Canales privados no lucrativos. Además, las nuevas reglas tienen como prioridad el fomento al sector independiente y establecen rigurosos requisitos de programación para las cadenas de alcance nacional, entre los que está un gran número de horas de informativos y documentales. Los periodistas y artistas que comparecen a la cita debaten sobre los abusos a los que se presta el nuevo sistema, pero todos están de acuerdo en que el respeto del presidente por la opinión ajena crea un ambiente propicio para el debate.
“Tenemos que admitir –dice Juan Carlos Calderón de la revista Vanguardia– que las cadenas de los sábados son un ejemplo de pluralismo. Nunca habíamos visto a un presidente debatir con semejante altura con sus opositores.” Calderón se refiere a los debates sabatinos donde el presidente acepta la concurrencia de cualquier interlocutor y, de hecho, termina propiciando debates muy intensos y profundos, aunque a ratos parecieran descarnados. “El debate de hace dos sábados, cuando el presidente admitió que toda su política de salubridad era un fracaso… fue admirable”, comentó al final Calderón.
Verano
 El nuevo escenario ha aumentado la producción de documentales de diez a 45 cada año, de los cuales casi la tercera parte son documentales de investigación cercanos al periodismo. El proyecto de Cinememoria de doblar a lengua shuar y kichwa una parte de su programación internacional es ahora patrocinado por la red de canales públicos ciudadanos, lo que ha permitido que por primera vez exista una programación regular de contenidos audiovisuales en lenguas ancestrales del Ecuador. Lo más impresionante es que el gobierno se ha abstenido de explotar políticamente estos nuevos incentivos. “No podemos hacerlo –dijo el presidente durante la rueda de prensa en la que explicó la salida de los hermanos Alvarado del gobierno– en primer lugar por una cuestión de principios y en segundo lugar porque después, cuando la derecha quiera hacerlo, no tendríamos autoridad moral para reclamárselo.”
Cena de Navidad
 El equipo de programación de Cinememoria se reúne a celebrar la Navidad. Los acompaña la ministra de cultura, sus asesores, el jefe de la televisión pública, un delegado de la SENPLADES y el director de marketing de Claro, la nueva empresa patrocinadora del festival. También asisten Mariana Andrade y Rafael Barriga de Ochoymedio. El ambiente es cordial y se habla de cine y documentales con cierto aire complacido. El director de marketing de Claro sorprende a todos con su cinefilia documentalista, es un fan de Alejandro Ramírez, el cineasta peruano director de Alguna tristeza.
En un aparte, la ministra pregunta al director del festival: “¿Manolo, y usted cuál cree que ha sido el aporte de los EDOC para este momento tan floreciente del cine nacional?”. El director bebe un sorbo de vino y responde: “francamente… muy pequeño; nosotros apenas hemos puesto un granito de arena… pero lo que vivimos es una nueva época. Siempre fui escéptico sobre el papel que tendría la izquierda cuando llegara al poder… hoy no me queda ninguna duda”. “Caramba, cuanta modestia”, dice la ministra. “Y su película sobre Roldós, ¿para cuándo?”, le pregunta, y Sarmiento responde: “¿pero cómo?, ¿no vino usted al estreno?”

Comments

comments

X