Por Andrés Garzón Vega
Cuando realizas un recorrido por las obras de Willian Alava, encuentras películas marcadas por su trabajo de fotografía y selección de musicalización. Estas características, junto con la carga cultural de sus propuestas, han hecho que, a sus 20 años, pueda brindar experiencias artísticas formidables.
Los inicios de Willian creando detrás de una cámara están a miles de kilómetros de Ecuador. Sus padres son ecuatorianos, pero él nació y creció en Venezuela. La nostalgia se presenta cuándo recuerda sus primeros trabajos con una cámara, haciendo retratos a sus compañeros de escuela a los 8 años. Willian pedía prestada la cámara digital de sus padres para realizar esas obras, la fotografía ya no se desprendió de él desde entonces.
Willian tuvo varios acercamientos al cine antes de involucrarse de lleno en él. En 2016 y con 16 años dirigió “La chica luz”, un video musical de la banda venezolana “Somalunar”, y dos años después, contribuyó en el documental “The 0212 Generation”, que exploró la participación de jóvenes de Venezuela en la revolución constante de la moda, arte y estética en medio de la crisis política y humanitaria de su país. Este joven considera a la película “Mommy”, del director canadiense Xavier Dolan, como la obra definitiva que lo llevó a involucrarse en el cine.
Las películas de Álava tienen una selección minuciosa de piezas musicales que acompañan a sus imágenes y relato. Cuando piensa en cualidades que lo caracterizan al preparar sus obras, se describe como un cineasta “muy detallista” con énfasis en la música: “Me encanta la música, debe ir perfecta con las emociones que quiero transmitir visualmente”. Pero el cine de Willian va más allá de esas cualidades.
Vivió en Caracas hasta los 18 años, y sus experiencias ahí lo llevaron a tener una visión distinta de la nostalgia: “Recurro mucho a la nostalgia porque extraño otro lugar y otras personas”. La carga artística y cultural de Caracas están junto a él cuando trabaja, además del recuerdo de sus primeras fotografías y películas. Todos estos componentes se unen para plasmar su visión de la nostalgia con temas referentes a migración, razas y géneros.
“Está tomando más valor lo que quiero contar, siento que tengo una voz que otros no y quiero contar esas historias”.
A través de su cine, Willian siente que ha logrado construir una representación de las partes de la sociedad que no son reconocidas. Para él, construir personajes que pertenecen a estos grupos que están fuera de lo convencional, es una manera de fortalecerlos: “En mis trabajos represento lo que me hubiese gustado ver de pequeño, con lo que me hubiese gustado identificarme”.
En el presente, Willian cursa el quinto semestre en la Escuela de Cine de la UDLA. Entre todos sus proyectos, destaca “Love is only a feeling”, cortometraje que cuenta con la canción homónima de Homeshake, y fue seleccionado por sus docentes para ser proyectada en el Festival Latinoamericano de Cine de Quito del 2019.
Uno de sus trabajos más recientes es “Kaja”, documental en el que ejerció como director de fotografía y retrata la relevancia cultural de los tambores en las comunidades indígenas del Puyo. El rodaje del documental lo llevó a estar 3 días en la Amazonía ecuatoriana, junto con sus compañeros de la Escuela de Cine. El reto más considerable que Willian enfrentó rodando esta historia fue encontrarla: “Llegamos a un lugar desconocido y tratamos de encontrar un tema diferente y notamos que el tambor tenía un valor muy representativo para ellos”.
Para la dirección de fotografía de “Kaja”, Willian intentó retratar la esencia de cada momento, y realizar composiciones que representen a los personajes y al lugar: “Es la magia del documental, no pude planificarlo y traté de retratar todo lo que pasaba y dónde estaba pasando”.
Ahora, el rodaje del video musical de “Petróleo”, canción de la banda Fiebre, aguarda por Willian mientras ultima detalles para iniciar sus grabaciones este marzo.
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