Por: Ana Cristina Franco
Bajamos del bus, hace mucho calor, el paisaje de esta pequeña ciudad- como cualquier ciudad de la costa sin mar- se compone de bazares, ferreterías, vendedores ambulantes y motos. Irma Herrera llega en su auto junto a Roberth del Jesús Zambrano, su marido. Al vernos los dos sonríen. Irma tiene 44 años que no aparenta. Es madre de Ingrid, María Victoria, Rober Antony y Rober Snaider; aunque luce bastante joven ya es abuela de un nieto, Rober Jeremy, de 4 años. Todos los niños varones en la familia de Herrera se llaman Rober, como su padre. Irma Herrera es licenciada en Geografía e Historia, dueña de Plastimavic, un local comercial de plásticos, y autora de tres largometrajes: Fantasías de Rita, Odisea de un sueño y De la boca de los sapos a El Triunfo. En un pueblo de la costa que no tiene cine, donde la gente debe trabajar y no tiene tiempo para mucho más, donde la mayoría de mujeres son amas de casa, Irma Herrera ha hecho- con su propio financiamiento tres largometrajes, cada uno en un género distinto.
Las películas de Irma se estrenaron en el Parque de recreaciones, un balneario pintoresco cerca de la ciudad. Entre las piscinas hay una tarima de cemento. Irma nos cuenta que allí montaron una pantalla inflable y un montón de sillas. Roberth le recuerda que también pusieron una alfombra roja. Las actrices (entre ellas la propia Irma) y los actores, desfilaron por ella en el debut de su primera película Fantasías de Rita; todos fueron vestidos para la ocasión, estaban guapísimos. Fue un gran evento. El Triunfo entero quería ver la película de Irma. Asistieron alrededor de 800 personas, pero ese número se quedó corto al lado del público que hizo Odisea de un sueño, su segunda película, que tuvo su debut en el mismo lugar. Asistieron dos mil personas, y todas pagando dos dólares.
Son las 4 de la tarde y hay gran movimiento en  Plastimavic. A los ocho años Irma propio. Antes de tener local vendía en la calle. En Plastimavic se puede encontrar desde ollas de presión pasando por tablas para picar hasta vajilla de todo tipo, juguetes, andadores, muñequitos. En 2008 el cineasta Nelson Palacios llegó a El Triunfo para hacer unas tomas del cantón. A Irma le llamó la atención; cuando se conocieron él le invitó a actuar en una de sus películas.  Con Palacios fue la primera vez que estuvo cerca de las cámaras. Se sintió maravillada y a la vez asombrada de lo fácil que podía ser filmar una película. Si Nelson puede, ¿Por qué yo no?, pensó. Se compró una cámara, se inscribió en un curso de actuación y se puso a escribir su primer guión: Fantasías de Rita, una historia para niños de hadas y brujas. En el proceso se demoró más o menos 6 meses. El rodaje se realizó en el campo y actuaron muchos niños, entre ellos su hijo Rober Antony. La cámara estuvo a cargo de su hija Ingrid, quien también hizo de AD mientras Irma actuaba. El largometraje no costó más de mil dólares, dinero que auspició Plastimavic.
Si su Ópera Prima fue un espacio para la fantasía y el ensueño, con su segundo film Irma decidió grabar un drama. La producción de Odisea de un sueño (presentada en EBT3), un drama sobre la migración hacia EEUU en manos de los coyotes, también fue mucho más dura. Se demoró casi siete años. “Parece que fuera fácil, pero hacer una producción es muy duro, sea de alto o bajo presupuesto es muy sacrificado. Hay que darle todo el amor que uno tiene, entregar todo, poner todo su corazón en eso, es algo duro”. El rodaje también fue una odisea. La película costó cerca de 20 mil dólares, costeados, una vez más, por la empresa familiar. La única recuperación fueron los 4 mil del estreno (2 mil personas que cada una pagó 2 dólares en el Parque de Recreaciones) más 5 mil discos vendidos en 1, 50 cada uno. Pero valió la pena. La película llegó a la gente,  muchos lloraron, otros le llamaron a felicitar. Según Irma esto se debe al nivel de identificación ya que la película está basada en hechos reales.
De boca de los sapos a El Triunfo es la tercera película de Irma Herrera, esta vez documental. El proceso creativo de Irma es un viaje que va de la fantasía a la realidad. Empezó haciendo una película infantil, luego hizo un drama y terminó con un documental. Ya que uno de los principios de Herrera es hacer las cosas cada vez mejor, esta vez invirtió en el alquiler de una cámara profesional y le pagó a un camarógrafo con mucha experiencia. Esta película fue un sueño más ambicioso: contar la historia del cantón de El Triunfo. Una vez más el único apoyo tanto a nivel económico como moral fue el de su familia y el de su esposo: “ A ti, mijita, más fácil es arrancarte la cabeza que arrancarte la idea de tu cabeza” suele decirle Roberth, medio en broma medio en serio. Para la realización del documental se consiguió material de archivo, imágenes que muestran cómo era El Triunfo hace 60 años, cómo fue la llegada del presidente Velasco Ibarra. En una línea cronológica el documental empieza en 1935 y termina en la actualidad. La idea surgió porque el padre de Irma, quien emigró a El Triunfo hace 60 años, solía contarle cómo lucía la ciudad cuando él era pequeño: en esa época era puro lodo y monte.  El Cuando Velasco Ibarra visitó el pueblo en su campaña electoral, la gente comenzó a gritar: “¡Los sapos con Velasco!”. Obviamente esta frase no le resultó atractiva al candidato quien la cambió astutamente a: “¡El Triunfo con Velasco!” y prometió que si ganaba las elecciones le cambiaría el nombre del pueblo de La boca de los sapos a El Triunfo.  Y así lo hizo.
“Quiero ser recordada, cuando ya no esté, como una mujer que ha trascendido. Quiero hacer algo de verdad, y que cuando digan: ¿Quién fue Irma Herrera?,  que me recuerden como alguna vez me dijo Doña Mariana Andrade: como la pionera del cine en El Triunfo”.

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