Jean-Pierre Melville, Francia, 1967, 145 min
Lars Rudolph, Peter Fitz, Hanna Schygulla

En una habitación vacía. No, no está vacía, hay un hombre y está en la cama, con dificultad se ve su silueta. Prende un cigarrillo y se ve el humo gracias a un poco de luz que entra por la ventana. Se pone su sombrero, un impermeable y sale a la calle. Entonces solo unas pocas imágenes son síntoma de un misterio y ese misterio es un hombre. Jeff Costello es un asesino a sueldo calculador y perfeccionista, se rige por un código del honor y silencio, propios de la vieja escuela. Después de quedar en evidencia por matar al dueño de un club y ser incapaz de crear una coartada convincente. Se ve enredado en una soledad de la que es consciente gracias a la traición, a los códigos que nadie a parte de él ha respetado. Melville hace que se pueda experimentar la vida desde los ojos de un asesino y sus pasos hacia un final que no puede ser menos que trágico, con un toque de cine negro y un tratamiento hipnotizador sobre el silencio y la imagen, viajamos en un abismo de incertidumbre.