Por Rafael Barriga
Retrospectiva de uno de los más inquietantes directores de hoy, el cine de Fatih Akin habita entre la tradición turca y la sofisticación alemana.
El cine del turco-alemán Fatih Akin es uno de sobrevivencia. Es, de una manera consciente e inmediata, producto de la inmigración de sus padres, tíos y abuelos, de sus amigos y de cientos de miles de turcos que, a lo largo de la segunda mitad del siglo veinte, cruzaron el puente que separa un país de grandes y diversas tradiciones (entre las que se cuenta el islamismo), de la liberal y dominante Europa. Akin, la voz más clara –aunque no la única– de los nietos de los primeros inmigrantes (miembro de lo que se conoce en Alemania como la tercera generación), se incorpora de lleno a los circuitos mediáticos de su país de acogida, para poder sobrevivir en el mismo, sin perder su condición de turco.
De esta forma sus películas articulan personajes que, idénticos a él, divagan entre una y otra cultura; van y vienen de Hamburgo a Estambul, y de alguna manera, se sienten alienados aquí y allá, causando, casi siempre, disfuncionalidad en sus actos y en su forma de vivir y pensar. Sus filmes corren a dos aguas, incluso en su alocución estética, teniendo como inspiradores no solo a los filmes del nuevo cine alemán, especialmente el de Rainer Werner Fassbinder –en el uso del melodrama, en los retratos de personas acongojadas y periféricas– , sino también al poderoso y tradicional cine turco –donde la comedia y la tragedia son las dos caras de la misma moneda y donde la tragedia es mucho más dolorosa cuando la comedia la atraviesa–.
La retrospectiva que Ochoymedio presenta este mes, con el apoyo de la Embajada de Alemania en Ecuador y la Asociación Humboldt, es un esfuerzo que empezó a tomar forma una vez concluido el trabajo para la retrospectiva de R.W. Fassbinder de 2008. Se presentaba como una oportunidad lógica, el mostrar el trabajo de su natural descendiente. Las dos principales películas de Akin, Contra la pared (2004) y Al otro lado (2007) han podido ser vistas en ediciones del festival Eurocine, y son, de varias maneras, los filmes en donde la voz de este joven realizador ha ganado la notoriedad y el símbolo de “autor” que mantiene hoy. Ambas son complejas películas que, muy a su manera, comentan sobre los cambios de mentalidad entre la primera y segunda generación de inmigrantes turcos en Alemania, y entre las posiciones masculinas y femeninas en la familia contemporánea de ese grupo social. Hay, por ejemplo, en Contra la pared, una dialéctica interesante: el sentimiento femenino, en su movilidad, luminosidad y musicalidad tradicional, contrasta con la emotiva violencia, oscuridad, encerramiento y música de rock pesado del carácter masculino. Esa dualidad es parte de la estructura del filme, que de esa manera narra una historia violenta de amor entre dos opuestos, unidos por el drama de ser pertenecientes a la minoría étnica a la que pertenecen. Detrás de la historia del improbable romance, Akin se encarga de ponernos al tanto de la complejidad de las relaciones entre las tres generaciones relevantes de turcos en Alemania, y el inevitable choque cultural que cada día de la vida se cosecha en cualquier calle de Hamburgo.
Para Akin, su doble condición de alemán y turco es una oportunidad de mostrar la universalidad de los temas que propone. Contra la pared y Al otro lado son filmes llenos de meditación compasiva sobre el amor, la pérdida y el consuelo. En Al otro lado, Akin crea un mosaico en su narrativa, que sigue las vidas de seis personajes que se intersectan viajando de Estambul a Hamburgo: entre ellos están Nejat, profesor de alemán en la universidad de Hamburgo, Ayten, una refugiada política escapada de Estambul, y Sussane (brillantemente interpretada por Hanna Schygulla, la gran actriz de los filmes de Fassbinder), alemana que debe viajar a Turquía ante la muerte de su hija. Las numerosas instancias de intercambio cultural nos dan claves de la dinámica de la relación global este-oeste, aunque Akin es cauto en comentar agresivamente sobre los imperativos sexuales, religiosos y económicos que son dominantes en la conflictiva relación de Turquía con Europa, sobre todo en estos tiempos en los que se discute en uno y otro lugar la posibilidad de que aquel país ingrese a la unión Europea.
Claramente, Akin está interesado en contar sobre las relaciones íntimas, los sentimientos profundos y filiales, en un contexto de divergencia cultural. Los filmes anteriores de Akin revelan esa constante. En julio (2001) es el road movie contado en clave de comedia, de un par de personajes aparentemente separados culturalmente, pero que en el camino, de Hamburgo a Estambul, encuentran sus coincidencias que devienen en romance. Solino (2000, único filme de Akin en esta retrospectiva del cual no ha escrito el guión) se aleja, aunque no del todo, del mundo turco y lo intercambia por el italiano, no deja de hablar sobre la inmigración: dos hijos inmigrantes de Italia en Alemania se enamoran de la misma mujer. En Corto y con filo (1998) la escena es la del crimen bajo de Hamburgo, donde tres amigos, uno de Turquía, otro de Grecia y una de Serbia viven al límite, en una crónica profunda de barrio bajo, estruche y hampa. Son, todos estos, filmes en donde Akin va en busca de su voz propia, de su estilo personal, que solo lo obtendría con Al otro lado y Contra la pared. Son, todos, trabajos que residen en la cultura del mestizaje en donde, siempre, la trama se desarrolla a través de los personajes, donde, en la suma de ellos, se consigue una exactitud panorámica. una cultura que está siempre a medio camino desde la cultura pasada hacia la nueva, y viceversa; está dentro de la cultura y junto a la otra cultura.
Nota particular dentro de la filmografía de Akin es el filme Cruzando el puente: los sonidos de Estambul un documental de 2005 que constituye un viaje a la escena moderna, musical sobre todo, de Estambul. El filme muestra una ciudad extraña, tensa, erótica, peligrosa. Su narración recorre bares, calles, lugares de conciertos, para que el público pueda admirar a las estrellas de la muy diversa música turca en su ambiente natural. Es el regreso del hijo pródigo, Akin, a la ciudad de sus deslumbramientos y su romanticismo. El documental resultó selección oficial en Cannes (festival que le dio el premio al mejor guión por Al otro lado –Berlín le dio un Oso de oro por Contra la pared), y le dio a Akin gran popularidad en Turquía, cosa que le había sido esquiva en todos sus anteriores filmes. Cosa rara, porque Cruzando el puente: los sonidos de Estambul es evidentemente el trabajo de un extranjero mirando las cosas desde el punto de vista occidental. Algo paradójico en Akin que, en cambio, es visto en Occidente como un producto clave del mestizaje y del choque.

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