Por Rafael Barriga
El Silencio de Lorna, un drama que retrata la migración, la falta de moral y los vicios de una sociedad hiper industrial.
El silencio de Lorna, la más reciente entrega de esta larguísima película que ellos siempre hacen, va desenredando los mecanismos de su compleja trama despacio, sin apuros, y dejando que cada uno vaya armando el rompecabezas de su propia forma. El detalle aparentemente más banal es, en el cine de estos hermanos, el que con frecuencia determina el meollo del drama. Cada manto narrativo que se va desenvolviendo va explicando el orden, hasta llegar a tener un panorama detallado, completo, cuidadoso de las razones que cada personaje tiene para hacer lo que hace. En este caso la historia circunda a Lorna, una inmigrante albanesa en Bélgica que se ha casado con un pobre drogadicto local, para obtener la nacionalidad europea. Su plan es divorciarse pronto, para poder, por dinero, casarse con un mafioso ruso, y que así, este obtenga el preciado pasaporte de los sueños y ella tener el suficiente capital para abrir un negocio con su verdadero novio. Pero la lógica de este mercado implica que es más fácil eliminar al drogadicto y casarse más rápido con el mafioso. Aquello sucede, sin embargo, justo cuando Lorna empieza a gustar del falso esposo. Dilema moral enorme para una mujer que parece ser capaz de todo por el dinero. Lorna, interpretada con categoría por Arta Dobroshi, vive en una cuerda floja en el centro de cuatro hombres, y también en una montaña rusa sentimental, de miedo y ansias. A pesar de su aparente aplomo, Lorna está siempre al borde del quiebre. En sus pequeños gestos, en el brillo de sus ojos, en la manera apurada y casi desesperada de su sincopado caminar, vemos los síntomas inequívocos de la culpa y de la víctima. Si Lorna parece darse cuenta de la manipulación y la violencia que provoca, también es cierto que ella ha sido comprada y vendida, humillada y golpeada, como resultante del materialismo de la economía y el dispositivo hiper industrial europeo que lo marca. Todo está en venta en este lugar llamado Lieja: el honor, el sexo, la dignidad y la vida. Frente a eso, Lorna acompaña el juego queriendo sacar provecho, aunque haya que matar o morir. En medio de este entramado narrativo, los Dardenne no pierden oportunidad para, como siempre, hacer un paisaje social luctuoso y angustiante. El mundo en que sus personajes habitan es esencialmente corrupto. El opulento sueño europeo es violentamente aplastado por la baja moral, la enfermedad social y el desplazamiento de los valores. Su método de denuncia es simple: en cada filme retratan a fondo un individuo o un pequeño grupo de personajes. La cámara los persigue, dando igual importancia a las cosas importantes y a las cosas insustanciales. En la banalización del espacio fílmico ocurre la inducción. De la historia más pequeña sacamos conclusiones sobre la sociedad en conjunto. Sus pequeñas historias son las historias de todos, de una sociedad entera, porque son humanas y reales, y porque acontecen a seres que como usted y como yo, sufrimos y amamos.
Anexo
“La culpabilidad permite ir hacia algo mejor”
Hablan los hermanos Dardenne, cineastas radicales y profundos. Cuentan de algunas de las cosas de El silencio de Lorna.
Su nueva película, El silencio de Lorna , muestra una gran economía en la puesta en escena. Se tiene la impresión que desde Rosetta su cámara se “calma” progresivamente. ¿Cuál es la reflexión como cineasta que eso refleja?
Luc Dardenne (LD): Es verdad que siempre trabajamos en la economía, pero esta historia es, sin duda, la más compleja que hayamos tratado. Lorna está rodeada por cuatro hombres y es una historia diferente cada vez. También es cierto que la cámara se calma. Es porque queríamos, desde el principio, observar a Lorna, no seguir su movimiento como sucedió en Rosetta.
La información llega con cuentagotas. ¿Cómo trataron esta retención de información y hasta qué punto corren el riesgo de perder al espectador? Jean-Pierre Dardenne (PD): No quisimos perder al espectador, sino crear en él una espera, interrogantes. Es la primera vez que creamos una película sobre la base del suspense y jugamos con las normas del género, entre otros modos mediante las elipsis, que estaban allí desde el principio.
La historia, una vez examinada, es digna de un policiaco americano. Se habla de mafia, papeles falsos, matrimonio no consumado, asesinato, etc. A pesar de todo, logran imprimir su mirada tan característica. ¿Cómo hicieron para permanecer en un determinado cine basado en la realidad? LD: Uno de los elementos más importantes es que Lorna y Fabio se alejan de la imagen estereotipada de la heroína de película negra y el gángster. Lorna y su amigo son inmigrantes que desean una vida normal. No se puede hablar de Lorna como de una mujer fatal. Se la ve en un contexto cotidiano muy banal. Hay sin embargo elementos de la película de género en la estética: la noche, la ciudad, la lluvia…
¿La inmigración es uno de los temas de la película o es un medio para contar la historia del personaje? LD: Está bien claro que no identificamos la inmigración con el “medio”, pero las mafias rusas y albanesas existen. La inmigración existe. Nuestra heroína está en este medio, pero al principio es una refugiada económica. Para ella, Lieja es el paraíso. Es posible trabajar, hace proyectos de matrimonio, ahorra para comprar un snack, etc. Desgraciadamente se encuentra en el centro de una intriga que se construye alrededor de una persona considerada como menos importante porque es un drogadicto.
En este filme se encuentra un tema que atraviesa su obra, el de la culpabilidad. PD: En dos palabras diría que este tema nos interesa porque es cuando uno se siente culpable que se humaniza. En cada una de nuestras películas, es gracias a la culpabilidad que el personaje rompe su rutina y cambia.
LD: Pero yo diría que la idea de culpabilidad, lo que se está dispuesto a hacer para existir, pasó a ser en nuestra sociedad una cuestión simplemente humana. Pero cuidado, para nosotros, eso no tiene nada de mórbido, la culpabilidad no es narcisista, pero permite ir hacia algo mejor. (Entrevista enviada por Celluloid Dreams).

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