Por: Gabriela Paz y Miño
“Un cineasta es un viajero”. Un explorador que descubre “universos, mundos, barrios distintos”. Un ser humano –en este caso un hombre grande, blanco y barbado- dispuesto a salir cada tanto de la zona de confort para asumir retos distintos, no exentos de riesgos. Palabras más, palabras menos, esa fue la declaración de principios que hizo Sebastián Cordero en la Lección de Cine organizada en Ochoymedio el miércoles 15 de enero, y conducida por Miguel Alvear.
Sentado en un sofá rojo y algo agobiado por las luces frontales del escenario, Cordero se dejó guiar en un recorrido que dedicó la primera parte a su trayectoria (con imágenes en pantalla de Ratas, ratones y rateros, Crónicas, Rabia y Pescador), hasta aterrizar en Europa Report, el plato fuerte de la noche.
El cineasta quiteño contó el paso a paso de una carrera siempre marcada por la búsqueda, por la capacidad de sorprenderse, por las ganas de no quedarse en el mismo lugar. Una carrera que, como todas, arrancó con un “nivel de ingenuidad” que le hacía pensar que “todo era posible”. Todo, por ejemplo: lograr 12 premios internacionales, con una película de 200.000 dólares y sin financiación del Estado… para no ganar con ella “ni para la muela” (hablaba de Ratas…).
Este filme consolidó a Cordero como director de cine, pero no necesariamente le abrió puertas. “¿Cómo le decía yo a un productor que la película fue un enorme éxito pero que no gané ni un centavo?”, preguntó el director quiteño a un público que llenó la sala 1 del Ochoymedio para escuchar y ver a este cineasta fogueado en los más importantes festivales, pero que aún se pone muy nervioso a la hora de hablar de sí mismo.
Una coproducción con México permitió filmar Crónicas, película que costó 3 millones de dólares y ubicó a Cordero –lo dijo Miguel Alvear- en el “mercado de directores”. Rabia y Pescador nacieron a partir de que no pude hacer un proyecto en Estados Unidos. Fue una frustración, sobre todo por el tiempo que perdí, pero de allí germinaron estos proyectos”, confesó Cordero.
Entonces llegó Europa Report, una película que, destacó Alvear, significó un “cambio de registro” en la filmografía de Cordero. Un cambio en la visión del mundo y en los temas que hasta entonces había abordado el director. “No soy fanático de un tipo de cine específico, y como cineasta me interesa lo mismo que como espectador: buscar nuevos lenguajes y planteamientos, experimentar. No tengo un plan específico y Europa Report, de alguna manera, aterrizó en mí”, contó Cordero.
El filme costó 8 millones de dólares y se rodó en 19 días. Cordero no se mostró orgulloso de ese récord (“esas cosas no se cuentan, no es bueno hacer una película en tan poco tiempo”). “Pero la película parece mucho más grande de lo que es. Fue filmada de una manera bastante limitada”, aseguró su director.
Ocho cámaras fijas, grabando 21 ángulos distintos a la vez: “una pesadilla para el editor”, como bromeó Miguel Alvear. Un set completamente armado con intención de riguroso realismo, cerrado y rodeado de un sistema hidráulico para conseguir movimiento, cuando fuera necesario. Ocho actores recibiendo las instrucciones de Cordero a través de un sistema de micrófonos. “Muy incómodo porque no podías decir nada en privado a ningún actor”, contó el director. Ideas creativas, y baratas, para lograr efectos clave en la película, como el de la gravedad cero, que se consiguió con un sistema de poleas y con recursos similares (“gravedad para pobres”, lo llamaron durante la filmación, contó el director). Todo eso, más un elenco con ocho protagonistas, de diversas procedencias, aunque sin rayar en la intención políticamente correcta de “poner la ONU, como en Star Trek”, como bromeó Alvear.
Así se hizo Europa Report. Y así se lograron imágenes de enorme fuerza que los dos directores analizaron, con secuencias proyectadas en pantalla, durante la Lección de Cine. Este es un formato de charlas con profesionales de distintas ramas del quehacer cinematográfico que Ochoymedio realiza desde 2002, y que ha permitido conocer el trabajo de realizadores como Juan Luis Buñuel, Philip Groning, Camila Guzmán, entre otros.
La charla con Cordero tuvo sala llena. La gente acogió las confesiones y reflexiones del director con entusiasmo. Y no faltaron los fans que, al salir, abordaron al cineasta con pedido de fotos y autógrafos, logrando que el trayecto entre la sala y la cafetería (unos escalones que se suben en menos de 1 minuto) tomara más de veinte…
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