Por Aridana Moreno.
Hacer cine en la España de los años cincuenta no fue tarea fácil -claro está que hacerlo en la actual, tampoco lo es-. Muy pocos lo lograron, pero ni la censura, ni las contradicciones del franquismo, ni el tiempo en prisión de Juan Antonio Bardem durante el rodaje de Calle Mayor (1956), pudieron evitar que la película haya llegado hasta nuestros días como testimonio de aquellos años.
La película muestra una sociedad provinciana de una España profunda, en la que aparece Isabel, una mujer de treintaicinco años pequeño burguesa y “solterona”, interpretada por Betsy Blair. “Solterona” que se convierte en objeto de burla de unos hombres sin mayores ambiciones que reírse de ella, en un momento en el que el fin de la vida de las mujeres era ser perfectas madres y esposas.
En su estética vinculada con la realidad del momento, el film recuerda al devenir cinematográfico neorrealista, que se desarrolló principalmente en la segunda posguerra italiana. El Neorrealismo Italiano había llegado a España, con cuentagotas, pero hubo un acercamiento a partir de dos semanas de cine italiano celebradas durante los años cincuenta, la segunda de ellas con presencia de Cesare Zavattini. De aquí, la vinculación con el Neorrealismo adoptada por los filmes de la oposición al régimen. A la estética cercana al mismo, en su voluntad de continuidad con la realidad, su implicación –en la medida de lo posible- con la misma, o su rechazo al sistema del estrellato hollywoodiense, hubo de añadirse un componente, el “decir sin decir” para superar la censura.
Si damos un salto atrás, para entender los guiños del film de Bardem y el por qué de enfrentarse a la censura, cabe considerar pequeños detalles como que el modelo de perfecta madre y esposa fue consolidado por el régimen, entre otros, a partir de algunos documentales de la Italia de Mussolini, en los que las mujeres eran premiadas por traer hijos a la patria, mientras tenían roles secundarios respecto a los hombres en la vida pública. Cuando conseguían ser centro de interés de estos documentales, que ocupaban un escaso porcentaje en relación a los que eran protagonizados por varones de tipificada virilidad apegada a la nación, solo aparecían como madres o esposas.
No pertenecer a tal modelo de mujer es una condena para la protagonista de Calle Mayor, lo que la lleva a una alienación de sí misma y a un rechazo por parte de los varones que encarnan la España de Franco. Soledad de una mujer pequeño burguesa, que en el fondo no es más que una trasposición a la España provinciana de las protagonistas de la burguesía italiana, durante el período democratacristiano, que aparecían en las películas del primer Antonioni, el más cercano al Neorrealismo, protagonizadas por Lucia Bosè; la cual además había sido la actriz principal del filme anterior de Bardem, Muerte de un Ciclista (1955). Mujeres en crisis individuales, extranjeras a sí mismas, afrontando la soledad, en una eterna búsqueda de algo más. Causa de estos divagares solitarios en las películas de Antonioni, era el vacío del ambiente burgués; mientras que en Calle Mayor, el motor de la soledad y la falta de entereza, es no encajar en el tradicional estereotipo de mujer de una sociedad conservadora.
Criticar esa España provinciana y asfixiante para las mujeres que no encajaron en el rol de madres y esposas, llevó a que el film sufriera algunos tijeretazos, aunque cabe señalar, que no solo fueron dados por la España de Franco, sino también por la MGM. En el prólogo, hicieron que la voz en off dijera “una historia que puede suceder en una provincia cualquiera, en un país cualquiera”; de igual modo, hubo que prescindir de numerosas imágenes en las que se asociaban figuras religiosas con el gobierno de aquel entonces. La misma protagonista se pregunta si tendrán dos camas separadas como en las películas, tras lo cual afirma deberse a la censura. El amigo de Juan, quien engaña a la protagonista pidiéndole matrimonio, alude a que hay algo más en el comportamiento de las gentes del lugar y afirma no ser culpa de ellos actuar de ese modo. Ese algo más, es innombrable. Mientras tanto, las gentes del lugar caminan por una estrecha y única Calle Mayor.
A todo ello se añade la militancia en la izquierda de Bardem que lo llevó a prisión durante quince días coincidentes con el comienzo del rodaje de la película. Quisieron que dejase de ser el director del film, pero esto no llegó a suceder ya que era una coproducción española-francesa y los productores franceses se opusieron a esta idea. Así que el régimen se limitó a censurar lo que consideró más explícito. No quisieron que la película fuera a festivales, pero siendo coproducción, tuvieron que acceder a ello. Sin embargo, habitualmente, una vez superada la censura, el franquismo si tenía la gran tendencia de utilizar las películas del director en festivales internacionales, para restar importancia al contenido del filme y exaltar la calidad cinematográfica de la nación; obviamente, solo difundían las películas tras los cortes. El filme tuvo que convertirse en un acertijo con diferentes partes a descifrar y, en definitiva, decir sin decir.
¿Qué será hoy de aquellos años cincuenta? ¿Adónde iría la dificultad de expresarse? ¿Habrá prosperado la condición de las mujeres? Repasen el anteproyecto de Ley del Aborto creado en 2013 y retirado en septiembre del 2015; además de la nueva reforma del Código Penal y La Ley de Seguridad Ciudadana, aprobadas el 1 de julio de 2015. Saquen sus propias conclusiones.

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