Por Paola Simbaña
Diana Terán nació hace 23 años en Quito. Era pequeña cuando su madre la llevaba al cine y al teatro y eso abrió todas las ventanas posibles de un mundo de películas y cultura. Quería estudiar cine, lo tenía claro. En tercer año de bachillerato realizó una pasantía en una productora, la que tiempo después la contrató como colaboradora en varias producciones. En ese momento, la puerta del cine se abrió por completo para ella. “Me gusta ver películas y entender un poco más sobre lo que hay detrás de ellas”.
“Si no era cineasta, me convertía en astronauta”, dice en las oficinas del Ochoymedio, donde trabaja como asistente de programación.
Desde el 2014 estudia Cine y Artes Escénicas en la Universidad de Las Américas y compagina su último semestre en la carrera con este trabajo que le da alegría.
Hoy es cine, mañana podría ser el espacio. Para Diana se trata de hacer algo que sea importante para ella, que le genere curiosidad y hay algo adictivo en esto: “Todo lo he aprendido en la marcha y estar aquí es una gran oportunidad”. Para ella se trata de no pensar mucho, sino de dejarse llevar: “van pasando cosas, voy yendo a lugares y conozco a personas suficientemente amables y pacientes para compartirme sus conocimientos. Por suerte la mayoría abre un rinconcito para mí”.
Podría pasar, también, que esa suerte desaparezca. Aun así, ella lo tiene claro: se trata de afrontarlo cada vez de mejor forma.
¿Qué es un aula de clase para alguien como ella? Lo dice sin problema: una atadura. Quizás no es para todos el mundo académico. Pero lo de ella no va en contra de sus estudios. Deja en claro que a pesar de los conocimientos que ha adquirido, y las herramientas que ha aprendido a usar, al final todo va a depender de lo que ella decida: “Recibí un correo de un profesor anunciando una pasantía en el Ochoymedio y respondí de inmediato. Al poco tiempo ya dejó de ser una pasantía y me quedé”. A Diana Terán no le importan las horas ni el esfuerzo; al final del día, hacer lo que hace la pone feliz. Eso sí importa.
Diana no tiene un plan a futuro. “En 10 años seré feliz si sigo aprendiendo algo más o entendiendo algo diferente a lo que entendía antes”, dice. No se adelanta a los hechos, solo aprovecha lo que viene a diario. Chulla vida. Un día a la vez y disfrutar lo que haces, mientras dure.
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