El festival Eurocine 2020 regresa a la experiencia del cine cultural en Ecuador

En este espacio, los estudiantes de cine y periodismo de UDLA ofrecen su perspectiva sobre su futuro oficio, y otros temas de su interés.
Por: Emilia Palacios
El director sueco Ingmar Bergman decía que “ningún arte traspasa nuestra consciencia de la misma forma que lo hace el cine, tocando directamente nuestras emociones, profundizando en los oscuros recintos de nuestras almas”. Ver una película en una sala de cine es toda una experiencia. La pantalla, la música y las emociones evocadas con el largometraje deseado son sentimientos que toda persona ha tenido cuando ingresa a este lugar. La experiencia ayudaba a que esto se convierta en un hobby, una actividad de entretenimiento o quizás en el amor por la profesión. 
En el 2014, el 77% de los quiteños, de acuerdo al Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador, decían elegir ir al cine por ser una actividad de entretenimiento y distracción; y un sorprendente 74% lo escogía por ser una experiencia única.
En este último año, por la emergencia sanitara, la industria cinematográfica se ha visto afectada debido al aislamiento obligatorio y Ecuador no ha sido la excepción. Cinco meses después de las restricciones impartidas desde el gobierno, las cadenas de cines locales e internacionales del país realizaban planes estratégicos basados en normas de bioseguridad para iniciar el retorno a las salas. El OchoyMedio, o más conocido como “el cine de La Floresta”, tan popular por su ambiente y eventos culturales, fue parte del retorno a las salas de cine en noviembre y decidió abrir el 7 de noviembre y poco tiempo después presentar el Festival de Eurocine.

La décimo séptima edición del Festival Eurocine se realiza del 3 al 13 de diciembre de 2020.  La Fundación Cultural OchoyMedio con el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales trajo a la proyección a más de 20 películas, divididas en seis temáticas para las ciudades de Quito, Guayaquil, Cuenca, Mante y Portoviejo. Largometrajes de Alemania, Austria, Bélgica, Croacia, Dinamarca, España, Francia, Hungría, Italia, Portugal y más países, hacen al festival reconocido ya que acercan al público ecuatoriano una mirada al cine contemporáneo y clásico del continente europeo. Además de las funciones, el festival se complementó con actividades virtuales de formación y talleres en línea.

Sin perder la esencia 
El lunes 10 de diciembre, entre las calles Valladolid y Vizcaya del norte de Quito, el OchoyMedio se reconocía durante las horas de la noche por sus luces coloridas que alumbraban su nombre. Tan solo al llegar al lugar, la propia estructura del OchoyMedio brinda al público un ambiente cultural de buen gusto y tranquilidad. Los murales pintados con colores vibrantes, más la decoración en todos sus espacios expresan un ambiente de entretenimiento moderno sin perder la esencia de la cultura ecuatoriana. 
Afueras del centro Cultural OchoyMedio durante horas de la tarde – Foto Emilia Palacios

Por el frío característico de la noche quiteña, varias personas decidieron entrar al Café Río Intag, parte del centro cultural. Era el lugar perfecto para esperar a que se toque la campana que avisa el momento para dirigirse a las salas. Antes de entrar, existe señalética acoplada al estilo característico del “Ocho” -como también se lo llama-, estrellas indicaban la distancia necesaria para ingresar. Asimismo, se dispuso alcohol y gel antibacterial en la entrada para velar por la salud de los presentes. Al ingresar a la recepción se puede encontrar la cartelera con las funciones de la noche. Después de escoger la película, el personal te muestra los asientos a escoger e imprime tus tickets para la función. Por otro lado, si se deseaba tener la experiencia completa del Festival, era posible reservar dos tipos de pasaporte para ver 5 funciones o todas las películas del evento.
Diez minutos antes de empezar, algunas personas esperaban la función sentadas en las bancas del exterior del establecimiento. Mientras reían, disfrutaban su conversación con algunas copas de vino. Al momento de sonar la campana, que alertaba el inicio de la función, los asistentes comenzaron a dirigirse al interior del establecimiento, a la Sala Black. En el camino se puede disfrutar de la estructura deslumbrante y cautivadora del OchoyMedio, ya que, para dirigirse a la sala de cine, se debe bajar al subsuelo por unas gradas rojas que llevan hacia una especie de túnel, donde se exhibe la galería y exposición de la película Black Mama
Museo Blak Mama – Foto Emilia Palacios

Añoranza de mano de la tradición 
Este largometraje, producido por el OchoyMedio en el 2009, está inspirado en la tradición festiva latacungueña “La Mama Negra”, que se da en el mes de noviembre y que, lamentablemente, no pudimos presenciarla este año. Los personajes que se puede ver durante este trayecto: Blak Bámbola, Ángel Exterminador y Capi Luna, son tan divertidos y coloridos que generan anhelo y nostalgia a las fiestas celebradas en dicha ciudad. Los diferentes escenarios que también se puede encontrar en el recorrido introducían a los espectadores en la historia y generaban curiosidad.
Al finalizar el trayecto, las personas se llevaban una sorpresa y -en el caso de la persona que les escribe- un susto al darse cuenta de que se encontraban en el escenario donde se proyectaba la película y que, tendrían compañía en varios asientos. Con la luz roja alumbrando el lugar, parecían tomar vida los maniquís vestidos con ropas elegantes que se encontraban en algunos asientos de las filas de la sala. De esta manera, el personal del lugar se aseguraba de que los presentes cumplan con el distanciamiento requerido. Con esto, a las 20h30 el Ocho presentaba “Technoboss”.
Technoboss de João Nicolau

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Ve, vive y siente
Luis Roviso, un divorciado de 60 años, es el protagonista de la película portuguesa. Trabaja en la empresa SegurVale, que se especializa en sistemas integrados de seguridad. Durante 1h59 minutos conocemos la vida solitaria de Luis; quien, con el pasar del tiempo, ha encontrado un refugio en la música como su manera de expresarse y disfrutar de la cotidianeidad de sus actividades. El problema surge a pocos meses de jubilarse, cuando sentimientos de reemplazo y ansiedad llegan a la vida de Luis, al ver que no logra trabajar de la manera en la que lo hacía antes. La nueva tecnología lo espanta, el dolor de la rodilla aumenta y comete errores de forma continua. Pese a esto, Luis encontrará la manera de solucionar los problemas y retos que aparecen en su vida con un poco de melodía. La muerte de su amigo felino, altercados familiares y la aparición de la ilusión de un viejo amor se presentan para desafiarlo.
Mientras la vida de Luis se presenta en la primera parte de la película granulada, es imposible no relacionarla con las situaciones y sentimientos experimentados por varias personas durante la pandemia. Universidades españolas han estudiado las consecuencias psicológicas de la emergencia sanitaria. Situaciones como el cambio de nuestros hábitos por otros no necesariamente saludables, la monotonía rutinaria del confinamiento y la soledad que trae en muchos casos, puede hacer que el público empatice o deteste al personaje de Luis, a quien vemos muchas veces caer en una introversión durante varias horas, hasta llegar a su hogar donde cuenta a Napoleao, su gato, cómo ha sido su día.
Asimismo, vemos la introspección musical de Luis, que mientras viaja y recorre varias locaciones para hacer sus instalaciones y reparos, crea melodías improvisadas y cautivadoras acerca de lo que ve, vive y siente. No es hasta la segunda parte de la película, cuando Luis se enfrenta a varios problemas, que lo vemos salir de su rutina y empezar a tomar decisiones diferentes. Sin duda, Technoboss es una comedia musical donde aprendemos a apreciar al personaje protagónico, y nos muestran la belleza y realidad de la cotidianidad de nuestra vida.
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Es metafórico volver a las salas con el cine europeo si recordamos que, hace 125 años se proyectaba por primera vez el film primogénito de los hermanos Lumière, introduciendo a los asistentes a una experiencia única. El miedo al contagio y el distanciamiento necesario para erradicar la Covid-19 ha sido una de las trabas que han alejado a las personas de las salas de cine, y el regreso a esta actividad, es evidentemente una nueva y emocionante experiencia
Ariel, una joven que asistió a la función de Technoboss, comentó que fue una experiencia agradable volver a los cines. “Nuevamente te sientes un poquito normal. Claro, llevas mascarilla, pero sabes que es para cuidar al resto”. Inclusive su compañero Miguel, comentó que se sentía más seguro en el OchoyMedio por su ambiente y espacio. Así que, si la pregunta era si la experiencia fílmica ha cambiado por las medidas de seguridad, la respuesta es un rotundo no. A pesar de que a cada momento las situaciones de convivencia humana se están adaptando a la nueva normalidad, al entrar a la función nos vemos tan inmersos en la historia que podemos olvidarnos un momento de nuestra realidad y enfocarnos en los problemas y situaciones cómicas que atormentan a Luis. Lo que aumenta las expectativas que poco a poco, todos podamos volver a las salas de cine y disfrutar del arte que se presenta.

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