Por Rafael Barriga 
El documental de Isabel Davalos ¡Alfaro Vive Carajo!: del sueño al caos es substancial, pero no sacudió a la conciencia nacional.
Al hacer la lista personal de las cuatro mejores películas que se estrenaron en los cines del Ecuador durante el 2007 –y que son las que aparecen reseñadas en estas dos páginas de este periódico– decidí incluir al documental ¡Alfaro Vive Carajo!: del sueño al caos, por ser una cinta cuya historia, como escribió Roberto Aguilar en estas mismas páginas, que “no solo la habita sino que la trasciende”.
En efecto, la historia del grupo otrora armado ¡Alfaro Vive Carajo!, aunque a veces contada con atropello, fotografiada –en sus imágenes originales– con poca destreza, y dirigida con excesiva candidez, resulta imprescindible para entender un importante momento de la historia reciente del Ecuador. La naturaleza de la historia, y las voces de quienes la cuentan, son tan substanciales, que sin duda esta película debió despertar, en el momento de su estreno, un nuevo y verdadero debate sobre los horrores del febrescorderato, y debió sacudir la conciencia nacional en su integridad.
Juan Cuvi, el más articulado de los lideres de AVC –el hombre más torturado del Ecuador, según su compañero Santiago Kingman–, revela dos puntos que me parece que merecen, por lo menos, un proceso de investigación que señale la veracidad de sus aseveraciones, y que de ser ciertas, deberían tener duras consecuencias para los imputados.
Cuvi señala, por un lado, que el entonces presidente de la República León Febres Cordero, y el entonces gobernador del Guayas, y hoy alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot Saadi, estuvieron físicamente presentes durante las perseverantes torturas que le propinaban, en la ciudad de Guayaquil, los gendarmes encargados de ese propósito. En la misma película el Ingeniero Febres Cordero se encarga de desestimar los cargos, como es lógico. Pero, ¿qué ganaría Cuvi mintiendo en este caso? Si la víctima de un proceso de violación tan grave a los derechos humanos, denuncia ante las cámaras de este documental un caso como este, ¿no debería actuarse de oficio, e investigarse las acusaciones? ¿No debería este ser uno de esos casos que los periodistas están esperando para hacer noticia y si pudieran, escándalo? Nada de esto ha ocurrido.
Otro punto que quedó en claro, tras  las palabras de Cuvi, pero también del periodista Diego Oquendo, es aquel de la relación entre la muerte de Nahim Isaías Barquet en el trágico epílogo del secuestro del que fue objeto por parte de AVC. Se señala a sus sucesores, Roberto y William Isaías, como sujetos interesados en la muerte de su famoso tío para retener para sí el Banco La Filantrópica, al cual, en años posteriores, el estado ecuatoriano, en la administración de Jamil Mahuad Witt, entregará 800 millones de dólares para su frustrado salvataje. Los hermanos Isaías viven hoy exilios dorados y aún poseen, a pesar de la quiebra del banco y el perjuicio para el estado ecuatoriano, varias empresas entre ellas el Canal 10 de Televisión. Tengo la impresión de que nunca, nadie, ha señalado esta parte de la historia. Excepto en esta película de Isabel Dávalos.
La polvareda alrededor de ¡Alfaro Vive Carajo!: del sueño al caos no se levantó nunca. Excepto por un par de artículos editoriales en los diarios nacionales, y de un poco clarificador conversatorio en la sala Alfredo Pareja al momento de su estreno,
el silencio ha hecho que la cinta pase desapercibida. Esto, a pesar de que fue exhibida en televisión nacional y en salas comerciales de cine.
Es el desgraciado destino del cine ecuatoriano, replica exacta del Ecuador amazónico: la ausencia de una cultura de reflexión nos condena a la impunidad y, en definitiva, a la ignorancia.

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