Por York Neudel
Una de las películas más destacadas de la segunda edición del Festival Internacional de Cine de Quito (FICQ) en 2017 fue el cortometraje Bajo aguas claras e inocentes, una obra  misteriosa que juega con la permutabilidad de personalidades y locaciones. Un recorrido largo por la ciudad culmina con un salto al agua nocturno, un brinco a la oscuridad. 
Dos años después de aquella joya cinematográfica, el director brasileño Emiliano Cunha presenta – esta vez en persona – su primer largometraje Carril 4 que simbólicamente empieza justo donde terminó la película anterior: bajo el agua.
Allí, Amanda está en su elemento: puede soñar, estar sola y olvidar todos los problemas que abruman a una niña que está a punto de convertirse en adolescente. En este espacio místico todo pierde su peso, el cabello largo flota y el ambiente se llena de silencio. 
Parecen minutos de paz, pero viene el momento cuando el cuerpo exige la salida a la superficie, a la realidad ruidosa y competitiva.
Como joven nadadora con ambiciones de ser profesional, Amanda tiene que entrenarse duro, prescindir de la comida rica que podría engordarla y dedicar su vida plenamente a su afición. Mantiene cierta distancia de sus colegas, pero está fascinada por Priscila, una chica exitosa, más desarrollada y popular. La observa de lejos, en la ducha y sus ojos le siguen insistentemente cuando pasa con su novio Mateo. Parece una obsesión poco sana y pronto el deseo de vencerla crecerá excesivamente. 
El conflicto de Amanda es un drama de coming of age – de cruzar el umbral de la niñez a la adolescencia, pero especialmente, de las rivalidades. La relación con su madre es  distante y competitiva, porque esta quiere guiar a su hija con insistencia hacia la adultez. Lo hace con un aparente cariño, pero siempre también con una mezcla inquietante de superioridad y desdén. No pelean ni tienen conflictos abiertos, pero tampoco viven en una relación de confianza y comprensión mutua. Amanda tiene su propia cabeza e intenta emanciparse de las guías ‘maternalistas’. 
También en su círculo de amigos busca hacer las cosas a su manera. Se mantiene alejada de las dinámicas grupales y participa casi con timidez. Su perseverancia y su perfeccionismo la distinguen de los demás, pero la inhiben de tener una vida normal de adolescente. Apenas sonríe, porque la obsesión de ser la mejor la persigue. 
Emiliano Cunha describe con una sensibilidad extraordinaria la vida interior de una adolescente inconforme, dibujándola con matices en tonos oscuros.
 Aunque se trata de un tema que fácilmente puede corromperse por clichés, el director encuentra un acercamiento distinto: a través del suspenso que surge en el descubrimiento de una mente singular y perturbadora.  
Es una película que convierte las represiones cotidianas, los deseos y aspiraciones en una tensión permanente y casi terrorífica. Las relaciones oscilan entre admiración y envidia y la película replica esta sensación con un juego de identificación y distanciamiento con la protagonista, que casi nunca nos permite leer sus sentimientos. Ella queda como un enigma, una silueta bajo aguas turbias y poco inocentes.

Funciones:
Ochoymedio, Sala 1, 19-Ago, 20:00 (con conversatorio con el director)
CCE, 21-Ago, 19:30 (con conversatorio con el director)
Ochoymedio Sala 2, 23-Ago, 18:30
Charla del director Emiliano Cunha “Del corto al largo”:
Martes, 20-Ago, 16:30, Ochoymedio, Sala 1

 

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