Por Fernando Escobar Páez
Furibundos estudiantes protestando en latín por los derechos metafísicos de percebes y del dormitator latifrons (chame, variedad de pescado negro y barato de los ríos manabas), una mujer obesa con aparente retardo mental que acumula los pañales sucios de su madre vegetal, chanchos caníbales, Bill Clinton bombardeando Irak y promocionado como una obra “que redefine los grandes valores humanos”…
No, no estoy describiendo el último video de Marilyn Manson o una de las moralmente repulsivas performances de Hermann Nitsch. Se trata de Trailer 2, el primer cortometraje de Tito Molina y Adolfo Macías, dupla de –entonces- neófitos, que con esta película corta causaron carcajadas y seguro muchas deyecciones a finales de los años 90’s.
Usando el formato de un trailer clásico, el corto muestra fragmentos de una película inexistente cuyo argumento se deconstruye a partir de dos historias de sexo parafílico extremo. La primera entre un profesor de biología zoofílico y una mujer “inocente como un animalito”, y la segunda entre un carnicero y una periodista que se excita con los sonidos de la agonía. Todo apunta a que en la hipotética película estas dos parejas se encuentren y se produzca un crimen pasional.
Su carácter subversivo, el uso de lenguaje visual frenético estilo videoclip MTV, su audacia formal al conjugar géneros cinematográficos para montarlos con crudeza, y su innegable carácter macabro, fueron algo nunca antes visto en la pacata escena cinematográfica ecuatoriana del siglo pasado, anclada entonces en soporíferos panfletos con mensaje social y clichés de realismo mágico para dummies.
Trailer 2 parte de una premisa descabellada pero efectiva: ante la falta de recursos económicos, experiencia y de un guion sólido, un par de amigos se plantean realizar un desopilante ejercicio de metacine. Con dicho objetivo se meten en todo tipo de deudas y entuertos, como el filmar un tráiler sobre una película que no existirá jamás y falsificar credenciales de una cursilona telenovela nacional producida por un canal hoy incautado para poder filmar escenas de desnudos en la vía pública.
Como si todos estos elementos no fueran suficientes para convertir a Trailer 2 en una pieza de culto, su circulación a través de cintas de VHS pirateadas convirtió a este cortometraje en un fenómeno digno de análisis. Obviamente las escenas escatológicas y zoofílicas impidieron que su difusión sea masiva y los medios optaron por edulcolar las escuetas reseñas dedicadas a Trailer 2, pero este cortometraje ha sobrevivido en la memoria cinéfila gracias al boca a boca.
Grabada en 1996 con un presupuesto de 10.000 dólares al cambio actual y estrenada dos años más tarde como abrebocas de la proyección de Trainspotting –ícono del desasosiego y excesos noventeros- en una franquicia de multi-salas dedicada a vender canguil, Trailer 2 marcó una ruptura de paradigmas de cómo hacer cine en Ecuador, demostrando que el empirismo y la autogestión son alternativas válidas cuando de hacer cine se trata.
La repercusión de Trailer 2 traspasó las fronteras y esta parodia de cortometraje llegó a ser seleccionado para participar dentro en The Retrospective of the New Ecuadorian Cinema en New York (1999), Festival de Cine Independiente de Barcelona (2000) y el Chicago Latin Film Festival (2002). La dupla M-M posteriormente realizó otro cortometraje llamado Clown Down.
Si bien ni Molina ni Macías poseían formación académica en cinematografía, contaban con cierta experiencia laboral como creativos en una empresa de publicidad, gracias a lo cual tenían contacto con un equipo técnico cualificado. Los integrantes de esta producción vieron en Trailer 2 la posibilidad de un espacio de fuga a los cenicientos oficios a los que se veían avocados por razones alimenticias, y en el humor negro encontraron redención y la motivación necesaria para al poco tiempo abandonar sus anodinos oficios y dedicarse a narrar historias, cada uno desde su especialidad.
Adolfo Macías -quien también actúa como el personaje principal del corto-ya contaba con cierto prestigio como escritor gracias a sus libros La memoria de Midril y El Examinador. Actualmente se ha consolidado como uno de los referentes dentro de la narrativa ecuatoriana. Elementos perturbadores como los que aparecen en Trailer 2 son constantes en su obra, particularmente en la maligna Laberinto junto al mar y en la tragicomedia Precipicio portátil para damas.
Como director Macías dirigió un extravagante mediometraje místico llamado Maldita Sea, que cuenta la sórdida historia de un joven travesti que recibe la gracia divina y termina siendo violado por un grupo de árbitros de fútbol ebrios.
El caso de Tito Molina es más decidor: tras su experiencia en Trailer 2, decidió dejarlo todo y mudarse a Europa a estudiar cine. Allí ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Su más reciente largometraje, Silencio en la tierra de los sueños, fue bien recibido por la crítica tanto a nivel nacional como internacional. Ha participado en distintos festivales, ganando en el 2007 el Gran Premio del Cine Español en el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (Zinebi 49) con su corto El niño y el mar. Hoy, Tito considera poco probable volver a filmar algo tan bizarro como Trailer 2, aunque quienes lo hemos visto tomando cervezas en La Zona con Adolfo, quisiéramos creer que está tramando un nuevo atentado visual.

 

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