Por Mariana Andrade
Carla despertó sin haber dormido bien. Me dice que el color verde del festival se le metió en la cabeza… «por algo el presi ganó con eso color”, dice. El verde es el color oficial del Riviera Maya Film Festival, pero para nada se parece una reunión de AP, aunque si descubren el efecto del color en la política ecuatoriana, podrían desviar sus intenciones de ser un festival útil. Estamos en un hotel resort “all included” que es algo así como estar en la Disneylandia del Caribe mexicano: hoteles, restaurantes de todos los países, discoteca, teatro, cine, spa, piscinas, (tenemos una en la casa que nos han asignado). “All included» means fisfilleo completo en la Riviera Maya en un solo sitio, por 5 días. Un hermoso pájaro negro, con un plumaje brillante, nos despierta en la ventana. El lugar es enorme y la naturaleza esta perfectamente preservada en esta parte de la Península de Yucatán. Cuadrillas de mucamas, jardineros, meseros, por cientos, recorren el lugar para atender a los huéspedes. Del festival somos aproximadamente unos 50 invitados, el resto, puro turistas. Un suculento desayuno servido en medio de cabezas rubias de todo el mundo y niños en shorts por todos lados, nos da la sensación de estar en el Sanborondón de Playa del Carmen.
Llegamos a la primera sesión del Rivieralab en la ciudad. Gente de la industria mexicana, representantes de varios festivales, distribuidores, programadores, se encuentran en la audiencia. Tenemos que escuchar los pitch, que son exposiciones de los proyectos cinematográficos en proceso de posproducción en busca de uno de los premios que otorgará el festival y de la posible compra de derechos de venta, distribución, etc., etc., etc… Muchos de los jurados también chatean con su Blak Berry, Iphones, googlean mientras uno a uno, los proyectos son presentados.
El primer pich corresponde a Ecuador. Ana Cristina Barragan e Isabela Parra presentan su proyecto “Alba”. Isabel es canchera en estas lides. Es una productora que viene trabajando ya en varios proyectos ecuatorianos. Pienso que ella es un tigre para esos bussiness, le es fácil dominar al público. Luego le toca el turno a Ana Cristina. Con imágenes extraordinarias de una niña (la hija de la directora Anahi Honeisen) y en un ambiente de arte impresionante, narra pausadamente la historia de Alba, una niña que entra a la adolescencia en medio de una conflictiva relación con su padre. Ana Cristina, con una personalidad que refleja fragilidad, no le teme al silencio que se produce entre los que escuchamos su exposición, al finalizar. Pareciera que la niña es ella misma, una autobiografía de su niñez y el recuerdo de su primera menstruación. Ella termina su exposición sin miedo, ese que lo conozco de cerca y que nos invade a todos cuando entramos en esto de la industria del cine en búsqueda de financiamiento. Tiene un carisma enorme, ese que hizo que directoras como Lucrecia Martel irrumpieran en el cine latinoamericano con una fuerza contundente. Esa fuerza lamentablemente luego se convirtió en un sello de repetición, como un cine prefabricado que provocó un estancamiento que ya dura años. Las dos, luego de 30 minutos que dura cada picth, salen de la sala y nos dejan con imágenes del corto de Ana Cristina. Siento que tienen una gran posibilidad de ganar uno de los premios que el festival otorga.
El resto de los pich se debate -talvez demasiado- en proyectos de los ‘héroes menores’ muy bien descifrados en el último libro del crítico cuencano Galo Alfredo Torres. Películas sin diálogos, historias de las periferias, represiones policiales, derechos violados, que de verdad…’qué te diré’… El cine latinoamericano tendrá que salir de la fórmula del cine de festivales, del cine premiado por Ibermedia, para volver a capturar el interés del público.
El plan de esta noche con Carlita, luego de terminar el primer día de escuchar los pitch, será ver cine en Mamitas beach, que son proyecciones al aire libre en la playa, a ver la pelicula “Desde la colina de las amapolas” de Goro Muyasaki (Japon, 2011) o ver «Pina» (Wim Wenders, 2011) en una sala de cine. Creo que me inclino por ir a la playa, con un buen margarita .

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