Por Javier Izquierdo.
Cuando un pintor hace un retrato, el vínculo con su retratado/a puede ser sorprendente. Tanto el pintor como el retratado, se transforman en el proceso. Javier Izquierdo reflexiona sobre la relación entre la modelo- actriz aída folch y el pintor hiperralista Guillermo Oyaguez en el Reatrato de Aida, documental del español Antonio Gómez-Alea.
A través de los siempre sorprendentes registros del documental, El retrato de Aida indaga en la relación entre pintor y modelo, sujeto y objeto, durante la elaboración de un retrato. Partiendo de esta relación que ya fue explorada en un par de películas españolas -El sol del membrillo, documental de Víctor Erice sobre la laboriosa pintura de un árbol, o la más reciente ficción El artista y la modelo de Fernando Trueba, sobre el vínculo entre un escultor anciano y su joven modelo- El retrato de Aída se convierte en una especie de amalgama entre estas dos cintas. De hecho es Aída Folch, actriz protagonista de la película de Trueba, quien interpretándose a sí misma, posa esta vez para el talentoso pintor hiperrealista Guillermo Oyaguez.
Y es que El retrato de Aída, ópera prima de Antonio Gómez-Alea, es una película de dispositivo, en la cual todo su contenido surge a partir de esta sencilla situación: mientras Oyaguez pinta el retrato de la actriz durante varios meses, los dos van entablando un diálogo, a veces torpe, a veces iluminado, sobre los procesos del cuadro, las diferencias entre sus respectivas disciplinas e incluso aspectos cotidianos de la vida de ambos. Y aunque las preguntas de la actriz-modelo a ratos pueden sonar cándidas, y las respuestas del pintor muchas veces están compuestas de monosílabos, de su conversación poco a poco se va desprendiendo una gran autenticidad, que nada tiene que ver con la pretensión usualmente vinculada a los temas artísticos en el cine, y que se relaciona con el gesto perplejo de Aída que lentamente emerge del cuadro. Lo interesante es que ella no puede ver su retrato hasta que esté completamente terminado, lo cual crea una sutil expectativa a lo largo del filme.
Por esto, al verlo es inevitable recordar La obra maestra desconocida, novela corta de Balzac que reflexiona sobre el arte a través del diálogo entre dos pintores jóvenes y su venerado maestro Porbus, mientras esperan ver su última obra, el retrato de una mujer a la que ha dedicado toda la energía de sus últimos años. De las imprecaciones de Porbus a sus pupilos he sacado los siguientes extractos, que se aplican perfectamente al trabajo de Oyaguez durante la elaboración del retrato:
“¡La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla! Tenemos que captar el espíritu, el alma, la fisonomía de las cosas y de los seres. Muchos pintores triunfan instintivamente sin conocer esta cuestión del arte. ¡Dibujan una mujer, pero no la ven! No es así como se consigue forzar el arcano de la naturaleza.”
“La belleza es severa y difícil y no se deja alcanzar así como así; es preciso esperar su momento, espiarla, cortejarla con insistencia y abrazarla estrechamente para obligarla a entregarse. Sólo tras largos combates se la puede obligar a mostrarse bajo su verdadero aspecto; ustedes, ustedes se contentan con la primera apariencia que les ofrece, o todo lo más con la segunda, o con la tercera; ¡no es así como actúan los luchadores victoriosos! Los pintores invictos que no se dejan engañar por todos estos subterfugios, sino que perseveran hasta constreñir a la naturaleza a mostrarse totalmente desnuda y en su verdadero significado.”
“La Forma es, en sus figuras, lo que es para nosotros: un medio para comunicar ideas, sensaciones; una vasta poesía. Toda figura es un mundo, un retrato cuyo modelo ha aparecido en una visión sublime, teñido de luz, señalado por una voz interior, desnudado por un dedo celeste que ha descubierto, en el pasado de toda una vida, las fuentes de la expresión.”
Al final de la narración de Balzac los jóvenes pintores descubren con horror que el cuadro de su maestro, al que ha dedicado mucho tiempo y que han esperado tanto por ver, se ha convertido en una mancha indescifrable llena de trazos superpuestos, por no saber el pintor terminarla a tiempo. Así mismo, en una parte del filme de Gómez-Olea, la Folch pregunta a Oyaguez sobre el momento justo para terminar un cuadro, y éste, normalmente parco al hablar, se explaya planteando que es uno de los temas claves del arte. Este es el único reproche que se le puede hacer a esta película sencilla, casi transparente, que sin embargo extiende su final más de los necesario, al dar la vuelta al dispositivo y hacer que la modelo pinte al artista de forma gratuita y predecible.

Comments

comments

X