“Vengo Volviendo” es la película comunitaria dirigida por Gabriel Páez y producida por Isabel Rodas. Este proyecto propone una nueva manera de hacer cine que consiste en viajar por varios pueblos de la provincia del Azuay, y, junto a un grupo de profesionales del cine, enseñar a los jóvenes de la región las distintas ramas del séptimo arte. De esta forma, son los mismos habitantes de la provincia, quienes, después de talleres comunitarios, se retratan a sí mismos en distintas historias audiovisuales que ellos construyen, de manera colectiva. A continuación, Gabriel Páez nos cuenta más sobre su segundo largometraje estrenado el pasado 16 de octubre, en Cuenca.
¿Cuándo y por qué nació la idea de Vengo Volviendo?
Vengo Volviendo es la segunda película realizada en el marco del laboratorio cinematográfico “Encuentros con el Cine”, cadena de formación, producción y distribución alternativa de cine. Talleres gratuitos de cine y actuación para jóvenes de comunidades rurales. Nace de la necesidad de compartir la herramienta cinematográfica con jóvenes talentosos, presentando nuevas opciones en su proyección laboral, exaltando las capacidades creativas y productivas de cada uno y una de los y las participantes, invitándoles a descubrir en el proceso lo hermoso del trabajo en equipo y lo importante del accionar individual en respeto y armonía con el grupo. Nace también de la necesidad de acercar el cine a su público, de generar películas que dialoguen de forma profunda con la identidad y pertenencia, que nos recuerden el quienes somos a partir del de dónde venimos, que nos refresquen nuestra memoria ancestral mientras exponen temáticas contemporáneas que definen nuestro presente y que cuestionan nuestro futuro. Películas que nos lleven en un viaje por nuestra tierra, nuestros paisajes, nuestras historias, nuestra gente, todo contado desde el punto de vista de los jóvenes talleristas.
¿Por qué hacer cine comunitario?
El cine en esencia es una actividad comunitaria, donde la suma de muchas cabezas pensando y manos ejecutando son indispensables para obtener un producto audiovisual, reflejo de la interpretación del universo particular de cada una de esas cabezas. En este caso, este factor es fundamental para dialogar de cerca con historias que vienen de la raíz misma de las comunidades donde se trabaja, además, las temáticas son todas propias de los jóvenes talleristas, encargados de darle forma a los guiones, lo que le otorga a la producción una gran dosis de sinceridad y autenticidad.
Es importante hacer cine comunitario también, por la gran cantidad de talentos ocultos, que esperan tan solo una oportunidad para demostrar ese talento mientras exploran desde dentro, su universo, su cultura y cosmovisión, utilizando la herramienta cinematográfica como plataforma ideal para re-interpretar su riquísima tradición y compartirla con el mundo.
¿Cuál fue su motivación principal para filmar el Azuay?, ¿Por qué el Azuay y no otra provincia?
Encuentros con el Cine fue concebido con la intención de retratar, desde dentro, a la mayor cantidad de provincias del Ecuador. Al inicio la idea era trabajar en todas y cada una de las 21 provincias, luego, aterrizando esta idea, decidimos trabajar en cada una de las regiones. Una vez estrenada la película de la costa: “Santa Elena en Bus”, tuvimos que optar por una provincia en la Sierra, siempre nos atrajo el Azuay por su diversidad cultural y geográfica. También nos pareció interesante el hecho de que la absoluta mayoría de ecuatorianos tiene como única referencia de esta zona del país a la capital Cuenca, mientras que al Azuay como provincia resulta absolutamente desconocido.
¿Qué se propusieron al hacer esta película?
La idea fue buscar un lenguaje cinematográfico que se acerque al espectador, que proponga un diálogo directo, sincero y transparente con el público, que permita, a partir de una entretenida experiencia cinematográfica, la reflexión con respecto a nuestras raíces, nuestro presente y nuestro futuro. Como productores asumimos la responsabilidad de generar contenidos que convoquen público a las salas de cine, esperamos que los espectadores asuman también la responsabilidad que implica el liberarse de los prejuicios para con el cine nacional y se permitan la posibilidad de disfrutar de una propuesta diferente de hacer cine en el Ecuador.
Vengo Volviendo está compuesta por varias historias. ¿Cómo surgió el guión de toda la película (la macro-estructura) y cómo surgieron las pequeñas historias?
El primer deber de los jóvenes era hablar con sus abuelos y traer al taller una historia que venga de la tradición oral de sus pueblos. De 21 historias se seleccionaron democráticamente entre talleristas e instructores, tres para convertirlas en un relato a partir de la re-interpretación de las mismas por parte de los jóvenes. El hilo conductor o historia central, nace de lo que se nos presentó en los castings, un porcentaje muy alto de los entrevistados tenía una relación directa con la migración y tod@s quería hablar sobre este tema, al principio nos resultó un tanto delicado al ser una temática bastante manoseada por los medios, además de un cliché. Nuestra opción fue tratarlo desde un punto de vista más bien optimista, pensando más en los que se quedaron que en los que se fueron. Desde la producción se planteó un primer guión o estructura, pero fueron los participantes del taller los responsables de re-escribirlo, basándose en sus propias experiencias o en las de sus familiares más cercanos.
¿Cómo hicieron el casting?. ¿Cuál fue su método para trabajar en actuación con jóvenes que no son actores tenían poca experiencia actoral?
Durante un mes y medio recorrimos los 15 cantones de la provincia del Azuay, por la noche se realizaba la presentación al aire libre de la película “Santa Elena en Bus” y al día siguiente se realizaban las entrevistas. En total fueron 222 entrevistados y 21 seleccionados luego de un intenso proceso llevado de la mano por los 11 instructores.
El trabajo actoral fue muy importante desde el inicio, las clases las impartieron dos instructores: Isabel Rodas en la parte de trabajo con la cámara y Santiago Harris en el trabajo de expresión corporal. Los resultados fueron sorprendentes, además de un increíble talento, descubrimos que las ganas y la motivación fueron pieza fundamental para lograr interpretaciones sentidas, sinceras, auténticas.
Al ver la película sentí que era un proyecto en el que el valor está más en el proceso que en el resultado. Es decir, la película sería un pretexto para una serie de encuentros, vivencias, aprendizajes. ¿Estás de acuerdo?
Totalmente de acuerdo, siempre decimos que en este proyecto, mucho más importante que el producto, es el proceso. El aprendizaje fue integral y para tod@s, tanto talleristas como instructores, aprendizajes que trascienden ampliamente a la herramienta cinematográfica, aprendizajes de vida, enseñanzas imperecederas que seguro marcarán un antes y un después para tod@s l@s que formamos parte de este hermoso viaje.

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